Por iniciativa de Adalberto Álvarez, presidente del Festival
Matamoros Son 2012, frente a la ermita volvió a inundar el aire
aquella tonada sonera que don Miguel puso en órbita para definir un
modo de ser.
Porque, sin lugar a dudas, las notas de Y si vas al Cobre¼
simbolizan la espiritualidad de Cuba con tanto fuego como el que
puso a arder en el sabrosísimo Son de la loma o en el no
menos trepidante El que siembra su maíz.
En ese plan se inscribió el aporte del septeto Pasaporte con
Eduardo Morales, Tiburón, y su voz curada por el tiempo, la
melodiosa entrega de Eva Griñán y José Aquiles, la ajustada
presencia vocal de Grisell Gómez y la consistente proyección de
Yaíma Sáez, quien con su voz de contralto asumió una página
antológica de Osvaldo Farrés, secundada por Adalberto y el piano de
Frank Fernández.
Más allá del son, los momentos más brillantes de la velada
corrieron por cuenta del tenor italiano Dario Balzanelli, con una
interpretación realmente impresionante del Ave María, de
Bach-Gounod, por el dominio de la dinámica; la ejecución fuera de
serie de Imagen protectora, de Sindo Garay, y la versión que
hizo Frank Fernández de la conocida Ave María, de Schubert,
paráfrasis en la que reveló lo mejor de una impronta romántica.
Entretanto, al costado de la Ciudad Deportiva, los bailadores
gozaron un estreno de César Pedroso, Pupy, con su orquesta Los que
Son Son: Me están llamando.
Se trata de un homenaje a los Hermanos Bravo y las congas que
aquellos músicos de pueblo compartieron con los suyos en los años
sesenta, cuando pusieron de moda Hasta Santiago a pie.
"Recordar a los Bravo —expresó Pupy— es reconocer lo mucho que
han aportado los creadores populares de esta ciudad a la música
cubana. A veces uno no se da cuenta, pero de manera inconsciente hay
toques, frases y giros que se te meten en la sangre y con el tiempo,
cuando menos lo esperas, está ahí, nutriendo tu propia obra".
En otro orden, el Festival es también tiempo para rendir honores.
La Dirección Provincial de Cultura entregó la placa José María
Heredia a la orquesta Chepín Chovén, al Septeto Turquino y al
tresero Fernando Dewar, por sus sobrados méritos artísticos. El acto
tuvo lugar en la casa natal del autor de la Oda al Niágara,
en presencia de Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de
la Música; Vicente González, vicepresidente del órgano provincial de
Gobierno; y Rodolfo Vaillant, presidente del Comité Provincial de la
UNEAC.