Festival Matamoros Son 2012

Plegarias y tambores

PEDRO DE LA HOZ

SANTIAGO DE CUBA.— La música se vive de muy diversas maneras en esta urbe oriental y sus alrededores, desde el poblado de El Cobre, escenario de una serenata dedicada a la virgen mambisa y mestiza, hasta las pistas de la ciudad, testigos del fervor de los bailadores en las calientes madrugadas de estos días.

foto: Yander ZamoraEl septeto Pasaporte con Eduardo Morales, Tiburón.

Por iniciativa de Adalberto Álvarez, presidente del Festival Matamoros Son 2012, frente a la ermita volvió a inundar el aire aquella tonada sonera que don Miguel puso en órbita para definir un modo de ser.

Porque, sin lugar a dudas, las notas de Y si vas al Cobre¼ simbolizan la espiritualidad de Cuba con tanto fuego como el que puso a arder en el sabrosísimo Son de la loma o en el no menos trepidante El que siembra su maíz.

En ese plan se inscribió el aporte del septeto Pasaporte con Eduardo Morales, Tiburón, y su voz curada por el tiempo, la melodiosa entrega de Eva Griñán y José Aquiles, la ajustada presencia vocal de Grisell Gómez y la consistente proyección de Yaíma Sáez, quien con su voz de contralto asumió una página antológica de Osvaldo Farrés, secundada por Adalberto y el piano de Frank Fernández.

Más allá del son, los momentos más brillantes de la velada corrieron por cuenta del tenor italiano Dario Balzanelli, con una interpretación realmente impresionante del Ave María, de Bach-Gounod, por el dominio de la dinámica; la ejecución fuera de serie de Imagen protectora, de Sindo Garay, y la versión que hizo Frank Fernández de la conocida Ave María, de Schubert, paráfrasis en la que reveló lo mejor de una impronta romántica.

Entretanto, al costado de la Ciudad Deportiva, los bailadores gozaron un estreno de César Pedroso, Pupy, con su orquesta Los que Son Son: Me están llamando.

Se trata de un homenaje a los Hermanos Bravo y las congas que aquellos músicos de pueblo compartieron con los suyos en los años sesenta, cuando pusieron de moda Hasta Santiago a pie.

"Recordar a los Bravo —expresó Pupy— es reconocer lo mucho que han aportado los creadores populares de esta ciudad a la música cubana. A veces uno no se da cuenta, pero de manera inconsciente hay toques, frases y giros que se te meten en la sangre y con el tiempo, cuando menos lo esperas, está ahí, nutriendo tu propia obra".

En otro orden, el Festival es también tiempo para rendir honores. La Dirección Provincial de Cultura entregó la placa José María Heredia a la orquesta Chepín Chovén, al Septeto Turquino y al tresero Fernando Dewar, por sus sobrados méritos artísticos. El acto tuvo lugar en la casa natal del autor de la Oda al Niágara, en presencia de Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música; Vicente González, vicepresidente del órgano provincial de Gobierno; y Rodolfo Vaillant, presidente del Comité Provincial de la UNEAC.

 

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