"¡Matadlos
a todos. Dios reconocerá a los suyos!", exclamó el legado papal y
temible inquisidor francés Arnaldo Amalric en el Siglo XII y parece
que no hubiera pasado casi un milenio. La misma táctica es aplicada
en Afganistán por operadores de drones de la OTAN.
Incluso más, está convirtiéndose en una táctica rutinaria. Por lo
menos, aplicada contra los rescatistas que se congregan en lugar de
los mortíferos ataques de drones en territorio paquistaní, para
brindar ayuda a los heridos y recoger a los muertos o lo que queda
de ellos, según el diario británico The Guardian.
Aunque moralmente tal método es condenado en Occidente como un
acto de salvajismo, sigue siendo usado con una asombrosa
persistencia por los operadores de los aviones no tripulados que
sobrevuelan el martirizado territorio paquistaní. Prueba evidente de
ello fueron tres ataques lanzados este fin de semana en la zona
tribal de Pakistán que segaron la vida de al menos 13 personas.
En 2004, una alerta oficial del FBI dijo que "los terroristas
podrían usar artefactos explosivos de acción secundaria para matar o
herir al personal de emergencia responsable de actuar en el lugar
del ataque inicial". El boletín del FBI advirtió que tales
dispositivos "por regla general, son detonados menos de una hora
después del ataque inicial y su objetivo son tanto los rescatistas
como la población civil".
Los expertos de seguridad afirman que se trata de la explotación
del natural deseo humano de concurrir al lugar de un ataque para
brindar ayuda a los heridos. Resultado de ello, en el lugar de la
primera explosión se congregan muchas personas…para volver a ser
atacadas.
"El objetivo de ello es incitar más miedo. Una vez que estalla la
primera explosión, se produce la segunda y uno podrá pensar en la
tercera", explica Jack Spencer, analista estadounidense de The
Heritage Foundation.
Un informe de 2007 del Departamento de Estado estadounidense
afirma que semejante táctica es la predilecta de la agrupación
radical Hamas.
Ahora bien, se aprende todo: lo bueno y lo malo. Al parecer los
militares estadounidenses recurren a la práctica que denuncian como
habitual de esa milicia islámica a la que catalogan como terrorista.
Atacar a los rescatistas (o lo que es peor a funerales de las
víctimas de ataques de drones) es una nueva táctica del Pentágono
que se ha convertido en rutinaria en Pakistán. En febrero de este
año, la Oficina de Periodismo de Investigación presentó documentos
que indican que "durante la campaña con drones de la CIA en Pakistán
han perecido decenas de civiles cuando concurrían a prestar ayuda a
las víctimas o cuando asistían a sus funerales". En particular, se
destacó, que "al menos 50 civiles murieron en ataques repetidos
cuando llegaron a ayudar a las víctimas".
Entre otras cosas el informe resaltó el efecto de terror que
pretende infundir el Gobierno estadounidense mediante estos ataques.
Según el comentario de Raffi Khatchadourian en The New Yorker,
"las personas identificadas como combatientes que brinden apoyo
médico a alguien en medio de un combate no pierden su estatus
automáticamente y podrán ser legalmente abatidos".
Pero está absolutamente claro que esta polémica regla no deberá
ser aplicada a personas que tratan de ayudar a víctimas de ataques
de drones, aparatos que infunden miedo incluso a infantes de marina
estadounidenses porque ellos tampoco saben cómo los identificará el
'Predator' de turno.