En el Museo, radicado en la intersección de Línea y G, en El
Vedado, quedó inaugurada la exposición Lecuona y la danza,
con testimonios documentales y gráficos de lo que representó esa
partitura para piano compuesta en 1912 y editada por primera vez en
1923, y de los vínculos del compositor con el arte danzario, cuya
obra ha sido motivo de inspiración para la creación de obras por
parte de Alicia y otros coreógrafos que han trabajado para el Ballet
Nacional de Cuba.
La exposición fue posible por las contribuciones de los fondos
del Museo Nacional de la Música y de la propia institución que
preserva y promueve la memoria de la danza, así como por documentos
aportados por el pianista Huberal Herrera, uno de los más fieles
estudiosos del legado lecuoniano.
El ensayista y crítico Pedro Simón, director del Museo, recordó
cómo Hubert de Blanck, compositor y pedagogo holandés acriollado
entre nosotros, escuchó interpretar una danza a Lecuona, que por
entonces era su alumno y solo contaba con 17 años de edad. Le
preguntó qué tocaba y el joven, yéndose por la tangente en un rapto
de timidez, respondió que se trataba de la obrita de un amigo suyo.
De Blanck, para nada convencido, insistió hasta que Lecuona
reveló la verdad: "Es algo que acabo de componer". El maestro
agradablemente sorprendido por las cualidades que advirtió en
aquella obra que trascendería en el tiempo, comentó: "Hasta ahora
traté con un pianista en ciernes, en lo adelante trataré con un
compositor".
Simón llamó la atención sobre la vigencia universal de La
comparsa, interpretada a lo largo de un siglo con frecuencia por
pianistas cubanos y de otras latitudes. "Cada vez que la escuchamos
desde los primeros compases —afirmó— nos conmueve el hecho de estar
en presencia de un acto de profunda cubanía".
La inauguración de la muestra en el Museo, que contó con la
presencia, junto a Alicia, de Miguel Barnet, presidente de la UNEAC,
y Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio
Cultural, fue coronada por la interpretación de la pieza por el
joven pianista cubano Franco Rivero.
En un aparte con Granma, el destacado musicólogo Raúl
Martínez quiso subrayar un rasgo que tipifica La comparsa y
pone de relieve el talento del compositor: "Me refiero a la
capacidad de Lecuona para hacer visible, a partir de la escritura
musical, la imagen de una comparsa. Mediante la dinámica, es decir,
la intensidad del sonido, Lecuona sugiere el movimiento de la
agrupación danzaria popular, desde que se acerca, estamos en
presencia de ella, y luego se aleja. Todo ello estimula la
imaginación de quienes escuchamos la obra".