Tal
parece que las esculturas de gran formato apuestan por acaparar los
principales atractivos del costero poblado de Casa- blanca, donde a
solo unos pasos del legendario Cristo de La Habana, se erige ahora
una nueva obra. Se trata del Monumento a la Defensa Civil,
que por los 50 años de esa institución y en su propia sede ha
erigido Andrés González González (Pinar del Río, 1957), graduado del
moscovita Instituto Superior de Arte Surikov, y quien es, además,
autor del Martí acusador, ubicado en la Tribuna Antimperialista.
Varios aditivos impermeabilizantes se utilizaron para evitar la
corrosión de esta obra, que ante el visitante se vuelve violenta a
un primer golpe de vista. Precisamente, porque en su mezcla de
códigos visuales el autor conjuga lo mismo un movimiento telúrico,
vientos huracanados o un mar embravecido, con brazos unidos, que
insinúan la necesaria calma y unidad con que el hombre prevé y
minimiza los efectos de los desastres naturales.
Quien con mirada más acuciosa, observe detenidamente el
Monumento¼ encontrará —en sus siete
metros de altura, cinco de ancho y tres de profundidad— la duda
razonable de quien no sabe si se enfrenta a la violencia
meteorológica o a la respuesta ante ella. El propio autor asegura
que lo más difícil durante el proceso creativo fue lograr conjugar
una escultura que simbolizara el contraste existente entre la fuerza
bruta de la naturaleza y la solidaridad humana.
El Monumento a la Defensa Civil se erige hoy novedoso y
voluptuoso al lado del Cristo de La Habana. Su esencia: la
solidaridad y ayuda al interior de un mismo pueblo en legítima
autodefensa ante ese amigo con doble personalidad que es el clima.