Carlos Antonio Chávez, Yunier Medina, Greider Mestre y Gilberto
Rodríguez son algunos de los jóvenes que dieron el paso al frente
para conformar el nuevo colectivo y acometer la exigente tarea de
restañar los perjuicios ocasionados durante decenas de años al
ecosistema de manglares de la zona por la acción depredadora del
hombre, quien indiscriminadamente usó esa especie boscosa como
carbón vegetal, leña, varas y en la extracción de taninos.
Plantar mangle es una tarea dura pues hay que imponerse al sol
ardiente, al salitre, al agua, al fango, al embate de los mosquitos
y a otras exigencias del humedal, afirmó Greider y sentenció: "Pero
es una actividad necesaria, de la que uno se siente recompensado
cuando conoce de su impacto benefactor sobre el medio ambiente,
sobre todo en la protección del litoral.
"Ahora tengo un trabajo seguro (con estimulación mínima en
divisa) que me permite contribuir al sustento familiar. Malo es no
trabajar y vivir del esfuerzo de otros o del invento", reflexionó
Mestre.
Ernadis Silvén Reyes, jefe del colectivo, aseguró que todos sus
componentes son jóvenes fuertes, decididos y ya adaptados a las
exigencias del lugar y de la tarea, tal y como lo corroboran los
resultados que hasta el momento exhiben en las siembras y demás
faenas silviculturales como el tratamiento a las plantaciones
establecidas.
El programa de reforestación con mangle en Paraguay prevé
trabajar en 629 hectáreas hasta el año 2020, de las cuales 300
requieren nuevas plantaciones y el resto tratamiento de
reconstrucción y enriquecimiento del bosque, así como el manejo de
la regeneración natural, explicó Porfirio Villamet Pineda, director
de la Unidad Empresarial de Base Silvícola Guantánamo, a la cual
pertenece la brigada.
Dicho propósito contempla el fomento de las variedades de mangle
rojo, negro, patabán y llana, las cuales sembramos en ese orden,
desde el mar hacia la tierra, de acuerdo con su mayor resistencia al
agua salada y al embate de las olas, señala.
Para garantizar la calidad de las plantaciones y con alta
supervivencia, el colectivo pone énfasis en la recolección de
semillas y la construcción de micropregerminadores, según constató
Granma en el terreno.
En el área en que ahora se reforesta es visible aún el daño
ocasionado por el hombre al manglar, como consecuencia de la tala
libre, acción limitada en estos momentos por la actuación de
integrantes del Cuerpo de Guardabosques, del Servicio Estatal
Forestal y de los propios trabajadores de la brigada, que ahora
perciben al bosque con mayor sentido de pertenencia.
Los ecosistemas de mangle son vegetaciones arbóreas localizadas
en áreas aledañas al litoral, donde colonizan, principalmente, la
desembocadura de los ríos, lagunas costeras y esteros en el llamado
ecotono, es decir, en la zona de contacto entre el medio acuático y
el terrestre.
Los manglares constituyen barreras protectoras de las costas
frente a los huracanes o tormentas tropicales, zonas de producción,
refugio y alimentación de especies marinas como el cangrejo y el
ostión, y sitios de anidación y resguardo de aves residentes y
migratorias. También son fuentes de productos de valor económico
(madera, sustancias medicinales y curtientes) y espacios empleados
en la crianza de cultivos acuícolas como la camaronicultura.
Especie casi única capaz de sobrevivir en el agua salada, el
mangle toma de esta la sal mediante sus raíces, que la separan y
eliminan a través de la transpiración de sus hojas. Esta
peculiaridad convierte al mangle en un laboratorio vegetal o un
sistema destilador que no emplea más combustible que los rayos del
sol.
El programa especial de reforestación con mangle en esta oriental
provincia se inició hace más de diez años por Caimanera, municipio
que hasta la constitución reciente de la brigada de Paraguay
(Guantánamo) se mantenía solitario en la ejecución de la tarea.
El colectivo que allí labora ha reforestado más de 300 hectáreas,
con el aval de un alto logro y una supervivencia sobre el 95 %. Esos
resultados se sustentan en el adecuado manejo silvícola, con énfasis
en la calidad de las simientes y en la construcción de las zanjas de
drenaje para garantizar la humedad y evitar el encharcamiento de las
aguas.
Según fuentes del Servicio Estatal Forestal, para el año en curso
el territorio debe plantar 68 hectáreas de mangle, de las cuales 30
corresponden a la brigada de Caimanera y las restantes 38 a la de
Paraguay. Otros municipios con costas, como Baracoa, Maisí, Imías y
San Antonio del Sur tienen pendiente sumarse a tan importante
actividad enriquecedora de los bosques.