En
el intento de la derecha de justificar que los presos con
enfermedades graves (sean estos de ETA, el GRAPO o presos comunes)
deben seguir en la cárcel hasta su muerte, han revelado un dato
vergonzoso y cruel: cada tres días muere un recluso en prisión.
Según lo revelado por el diario El Mundo, los datos de Interior
indican que entre el 2005 y el 2010 fallecieron en la cárcel 799
presos, es decir, como media unos 130 reclusos fallecen al año en la
prisión. El informe General del 2010 afirma que "las principales
causas naturales de fallecimiento han sido las cardiopatías
isquémicas, la hepatopatía crónica por el virus de la hepatitis C y
los tumores".