El miedo de los inmigrantes se palpa en Arizona

DANIELA PASTRANA

TUCSON, Estados Unidos.— El miedo camina por las ciudades de Arizona. Matthiew, de siete años, lo siente cuando su madre cruza la línea permitida por los guardias de la cárcel informal Tent City, para ser fotografiada con un cartel de rechazo al secuestro de inmigrantes.

Activistas de la caravana, frente al tanque que Joe Arpaio puso a la entrada de la cárcel “informal” Tent City.

"No, no, no", dice el niño con pánico. Luego enmudece y se niega a responder cualquier pregunta.

"Siente miedo. Es lo que sentimos todos aquí", dijo a IPS su madre, Estela Jiménez, con nacionalidad estadounidense y residente en la ciudad de San Diego, en el suroccidental estado de California, desde hace 23 años, y trabaja en una casa para inmigrantes deportados en la fronteriza ciudad mexicana de Mexicali.

Jiménez participó en la protesta ante la cárcel de Maricopa que el jueves 16 realizaron integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que lidera el poeta mexicano Javier Sicilia, junto con activistas de los derechos de las minorías de Estados Unidos.

Sicilia encabeza una caravana por Estados Unidos de víctimas de la violencia que ha producido en México la estrategia de seguridad militarizada, con el fin de demandar al gobierno de Barack Obama el cese del contrabando de armas y un cambio en la política bélica contra las drogas.

El grupo comenzó su marcha el día 12 y llegará a Washington el 10 de septiembre, tras recorrer 9 400 kilómetros. Ya pasó por California, antes de adentrarse en el estado de Arizona, donde hay 460 mil inmigrantes sin documentos y existen draconianas leyes contra la inmigración ilegal.

El racismo de Arizona se exacerba en el condado de Maricopa, asiento de la ciudad de Phoenix, y se materializa en la figura del alguacil Joe Arpaio, implacable perseguidor de indocumentados e inventor de Tent City, una extensión de la cárcel del condado en la que los prisioneros viven en tiendas de campaña, a 50 grados a la sombra en el verano boreal.

En Tent City (Ciudad de las Carpas), los presos visten un uniforme a rayas blancas y negras, sacado de las viejas películas estadounidenses, y deben llevar ropa interior de color rosa. Trabajan en cuadrillas limpiando calles o pintando paredes, con grilletes en los pies y, a modo de broma, en lo alto de la torre de vigilancia, el alguacil mandó a poner un anuncio: "Vacancy" (hay vacantes). Aunque sea inverosímil, es un centro para delitos menores y está ocupado primordialmente por personas inmigrantes.

En Maricopa se vive un "nuevo apartheid", dicen los activistas, y explican que a pesar de que el 38 % de los 3,5 millones de habitantes del condado son latinos, en especial mexicanos, el control político está totalmente en manos anglosajonas.

Arpaio, de 77 años y descendiente de italianos, busca este año su quinta reelección consecutiva, con la lucha contra la inmigración indocumentada como su bandera.

Jiménez, como Mercedes Moreno y Micaela Saucedo, de la Casa de Refugio Elvira, en la fronteriza ciudad mexicana de Tijuana, se unieron el jueves 16 a la protesta de la caravana, enarbolando sus pasaportes abiertos.

"Venimos a mostrarle a Arpaio que somos tan ciudadanas estadounidenses como él", dijo Moreno a IPS, mientras mostraba la fotografía de su hijo José Leonidas, desaparecido desde 1991 en Ciudad Hidalgo, en el sureño estado mexicano de Chiapas, cuando comenzaba a cruzar México para llegar a Estados Unidos.

La protesta en la cárcel de Maricopa no estaba incluida en el programa original de la caravana y fue evidente la tensión de los organizadores, ante la posibilidad de que algún participante fuera detenido.

Pero Arpaio no detuvo a nadie y, por el contrario, recibió al poeta Sicilia y a un grupo de activistas que se presentaron por sorpresa en sus oficinas del edificio del banco Wells Fargo.

Antes de la reunión, que duró una hora y tuvo varios momentos tensos, el alguacil se aseguró de que llegara la prensa local.

"No lo voy a hacer cambiar de opinión, pero le pido un trato más humano para nuestros migrantes", le dijo el poeta. El sheriff se ingenió para no contestar.

En Estados Unidos hay 11 millones de personas sin residencia legal, 70 % de ellas de origen latinoamericano. El gobierno de Obama deportó a un millón de personas sin documentos.

El movimiento por la paz nació en México tras el asesinato de Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta, el 28 de marzo del 2011. Esta caravana en Estados Unidos es la tercera marcha de largo recorrido que protagoniza, en lo que representa la búsqueda de justicia de la sociedad para las víctimas de la violencia.

El contraste entre los dos primeros estados que ha recorrido es enorme. En California, donde Sicilia declaró que la política de guerra contra las drogas humilla la segunda enmienda de la Constitución estadounidense, el grupo de víctimas fue escuchado en la sesión del cabildo municipal de la ciudad de Los Ángeles, y el concejal José Huízar, nacido en México, propuso una resolución en favor de la caravana.

"No es necesario ir a Afganistán o a Iraq para ver la magnitud de una tragedia humana; basta con ver más allá de nuestra frontera sur", dijo el político, antes de revelar que su familia también ha soportado violencia en el estado mexicano de Zacatecas.

En Arizona, en cambio, la caravana llegó el día en que la gobernadora Jan Brewer descartó aplicar en el estado la Acción Diferida, una medida anunciada en junio por Obama para posponer por dos años la deportación de jóvenes sin papeles que hubieran llegado a Estados Unidos siendo niños.

En contraste con las autoridades, la caravana sí fue recibida con emoción por integrantes de congregaciones cristianas, que denunciaron el endurecimiento del racismo y la segregación.

"No tengamos miedo, porque el miedo paraliza. Y lo que van a liquidar es el futuro de nuestros hijos", dijo Jonathan Peck, con su hijo pequeño en brazos.

(Fragmentos tomados de IPS)

 

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