Cuando el amor convierte el barro

Un alfarero conjuga pasión y aporte económico en su oficio

DILBERT REYES RODRÍGUEZ

Si en el marco de la flexibilización del trabajo no estatal, Yolexis Diéguez encontró el anhelado espacio para su oficio de alfarero, también vio mucho más cerca la posibilidad de que la producción de ladrillos en Bayamo desbrozara obstáculos y tuviera, al fin, mejores condiciones en su fabricación y comercio.

 Foto: Armando Contreras TamayoA Yolexis la rudeza del oficio no le menoscaba la pasión.

Mucho tiempo hacía que, procedente de Camagüey, había probado suerte en la actividad, y a pesar de los rigores se sintió atraído y decidió sentar casa y familia donde pudiera practicarla; pero al instante advirtió las dificultades para afianzarse en una faena que, aun siendo tradición en la capital de Granma, no tenía muy claros sus horizontes legales.

No obstante, su postura jamás fue abandonar, sino reafirmar su elección con el trabajo de las manos, con la voluntad de quien siente verdadera pasión por lo que hace.

"Es muy difícil convencer a alguien de que es posible sentir amor por esta labor, casi siempre al sol, con los pies y las manos enfangados, cogiendo el calor tremendo del horno y sin dormir cuando se está quemando. Por eso apenas lo digo, pero si preguntan, lo reafirmo aunque no me crean: hacer ladrillos, levantarme todos los días e ir hasta el patio a tocar el barro, es algo a lo que ya no puedo renunciar, porque yo siento amor infinito por mi trabajo".

Esta idea la esboza como un principio, como una especie de estatuto que lo anima a pensar y hablar no solo con la visión de "dueño del negocio", sino pensar y hablar por el todavía reducido grupo de alfareros por cuenta propia que labora en Bayamo.

"El día se me va en compartir las labores con mis ayudantes, preparar la mezcla, moldear el bloque, ‘quemar’ el horno. Mi rutina es tan normal como la de cualquier obrero de una fábrica, y precisamente por este amor que le tengo al oficio, no quisiera que ningún otro colega lo abandonara por los inconvenientes en la producción".

ACOMPAÑAR, NO ENTORPECER

"Antes de la ampliación del trabajo no estatal, éramos más de 80 alfareros vinculados y apoyados por la Empresa Provincial de la Construcción; pero con la posibilidad legal de ejercer la alfarería de modo independiente, perdimos esa relación. Todas las gestiones para la producción se encarecieron, y la mayoría o abandonó el oficio, o pasó a realizarlo ilegalmente.

"Yo siempre he creído que el apego a la legalidad es la mejor posición para librar batalla contra los problemas; por eso mi primer paso fue obtener la licencia, luego afiliarme al sindicato de la mencionada constructora, y desde esa tribuna reclamar e insistir por soluciones definitivas para los alfareros.

"Ahora mismo estoy enfrascado en reagrupar a los legalizados que no se incorporan todavía al sindicato, pero me preocupan más los que ejercen la actividad sin licencia. Esto es una meta que no se logra con palabras de convencimiento, sino con soluciones a temas como la obtención de arcilla o de leña para los hornos.

"Si resolvemos estos dos problemas tendríamos gran parte de la pelea ganada. Sobre el primero, ya hay algunos pronunciamientos, como el de asistirnos con un cargador (equipo ingeniero para mover el material del suelo a las carretas) en la extracción de arcilla; pero el asunto de la leña todavía es una traba, pues a pesar de que tiene capacidad para comerciar, la Empresa Forestal en su objeto no admite ventas a particulares y la opción es comprar la carreta de 600 pesos a campesinos que desbrozan áreas para cultivarlas luego.

"Esta es una de las razones que nos animan a esperar la posibilidad de hacer una cooperativa entre los alfareros, funcionar entonces como entidad jurídica y acceder a este tipo de compra, que abarataría tres veces el costo del metro cúbico de leña, de 60 a 18 pesos".

VOLUNTAD Y ATREVIMIENTO

Con la energía natural de su juventud, Yolexis no lo piensa dos veces para incorporarse a cualquier proyecto que proponga multiplicar la eficiencia, como el que lo une estrechamente al Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales, de la Universidad Central de Las Villas, y en particular, al especialista José Fernando Martirena.

Bajo su égida, es fiel practicante y referente nacional en el uso de la briqueta: un bloque sólido combustible, resultante de la mezcla de aserrín y agua de arcilla al 20 %, fabricado en casa por él mismo con desperdicios de una carpintería cercana, y cuyo uso en el horno le permite ahorrar el 40 % de la leña en cada quema.

"Claro, la eficiencia fuera mucho mayor y no perdiera el 30 % de la temperatura si hubiera podido terminar la bóveda del horno; y para eso necesito apoyo".

Ahora anda atareado con la recuperación de una máquina para fabricar racillas, muy eficaces en la impermeabilización de techos, y después de esto seguro "inventará" algo nuevo, arrastrando consigo a su esposa, "mi brazo derecho en casi todo, especialmente en la fabricación de las briquetas, le encanta hacerlas."

Y aunque termina hablando de la familia y del amor al oficio que le recuerda siempre una canción de Silvio, Yolexis vuelve sobre la urgencia de respaldar la gestión de los cuentapropistas fabricantes de ladrillos en Bayamo, "porque no hacerlo sería frenar la intención del país de ampliar en cantidad y variedad los materiales para la construcción, originados en la producción local."

"Por mi parte, no tengo otra intención sino ayudar a que la alfarería consolide sus atributos como tradición bayamesa, pero impulsada por los resortes de la legalidad y el orden; los cuales solo son posibles si acompaña una voluntad territorial que valore bien nuestro aporte económico y apoye mucho más el desarrollo del oficio".

 

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