NESTOR NONGO
África es un continente como los demás, que tiene sus cosas
buenas, regulares y malas. Y como en todas partes, en África cada 60
segundos pasa un minuto. Desgraciadamente se carga tintas tanto
sobre las cosas menos buenas (las guerras, las epidemias, la
hambruna¼ ) que parece que no es lo
mismo.
África en los medios de comunicación es un tema muy discutido
académicamente y políticamente. Porque se trata de un ejemplo de
poder, desigualdad y prejuicios; un relato de curiosidad cultural
sobre un pueblo del que se supone que no tiene voz.
Durante años, para no decir siglos, la historia de África ha sido
contada, no por africanos, sino por extranjeros, a todo el mundo, a
menudo sin sensibilidad, sin tener en cuenta el contexto, y de una
manera superficial. Debido a esto, lo que abunda en los medios son
guerras, enfermedades, pobreza, desesperación¼
y, sobre todo, estereotipos. Un relato sobre un continente sin
esperanza, países fracasados y un escenario de violentos traspasos
de poder.
El galardonado escritor keniata Binyavanga Wainaina explicaba esa
mala imagen en su sátira Cómo escribir sobre África: "En su
texto, hable de África como si fuera un país... No se entretenga con
descripciones precisas. África es grande: cincuenta y cuatro países,
900 millones de habitantes que están demasiado ocupados pasando
hambre, muriéndose, guerreando y emigrando para leer su libro...".
Desde luego, en África no todo es conflicto. Sin embargo,
cualquier extranjero o africano que lee la cobertura que realizan
muchos medios extranjeros sobre el continente se queda con una
imagen deprimente.
La pregunta que todos nos hacemos es la de saber por qué se
informa tan mal y peyorativamente sobre África. Quizás estas pistas
nos pueden aclarar algo:
En primer lugar, una escasa cobertura periodística: el número muy
reducido de periodistas que los medios occidentales destinan al
continente explica, en parte, la mala información que circula sobre
África en la prensa. ¡Cincuenta y cuatro países y más de treinta
millones de kilómetros cuadrados para muy pocos periodistas! Los
corresponsales han de apañarse como puedan para cubrir grandes
espacios geográficos, generalmente mal comunicados, con todas las
dificultades que eso acarrea. No quiero citar casos concretos, pero
con sede por ejemplo en Rabat, un corresponsal ha de cubrir todo el
norte de África; o desde Dakar ocuparse de toda África occidental;
o, peor aún, casos de un único corresponsal para toda África desde
Johannesburgo¼ Con tan pocos efectivos,
¿cómo se puede pretender cubrir regiones tan dispares y mal
comunicadas?
En segundo lugar, las barreras lingüísticas. Aparte de que el
continente cuenta con más de 3 000 lenguas autóctonas, que sería
importante tener en cuenta, África parece estar dividida en dos
grandes bloques principales tomando como referencia al inglés y al
francés. La calidad de las informaciones parece depender también de
esta división. Reportajes sobre África francófona realizados por
periodistas anglófonos, en general, suelen tener peor calidad que
los realizados por los francófonos. Y viceversa. Hay medios que
parecen obviar este importante obstáculo y producen engendros
periodísticos sobre el continente.
En tercer lugar, el poder de las organizaciones no
gubernamentales: estas organizaciones, que realizan una labor
importante en África, condicionan, sin embargo, en muchos casos, la
labor de los periodistas. Intentan que estos recojan aquello que
favorezca su labor y les genere fondos en los países occidentales.
Así que las ONG, que conocen bien el terreno, orientan la labor de
los periodistas que llegan por unos días o unas horas de reportaje y
se constituyen, además, en la fuente para sus estadísticas,
reportajes¼ A lo mejor sin quererlo,
estas ONG limitan fuertemente la labor de los periodistas y les
llevan a escribir crónicas humanitarias que generan compasión.
Finalmente, basta con comparar cómo los periodistas tratan un
mismo tema en Europa y en África. Mientras que en Europa se respeta
todos los derechos del niño y de la persona en relación con la
prensa, en África esos derechos parecen inexistentes. ¡Cuántas
imágenes de niños africanos que, con seguridad, degradan la misma
condición humana circulan en los medios sin miramiento! Por otra
parte, la verificación de las fuentes y el rigor de lo que se
publica parecen secundarios.
¿Cómo superar esta situación? No es fácil dar una respuesta
simple a una situación compleja y secular. Pero quizás pasar del
"llegar-fotografiar-marcharse" sin entender nada, a
"llegar-observar-colaborar" para luego realizar buenos reportajes.
(Fragmentos tomados de guinguinbali.com)