Cerca
de 900 horas de audiencias y 1100 entrevistas con los testigos
tuvieron lugar durante los seis meses de trabajo del grupo presidido
por el catedrático Kiyoshi Kurokawa, del Instituto Superior Nacional
de Tokio para los Estudios Políticos. En su conclusión insiste en
que el accidente fue "un desastre profundamente artificial que podía
y debía haber sido previsto y evitado".
A juicio de los autores del informe, el fracaso se debe a la
carencia de normas reguladoras y a una "connivencia" entre el
Gobierno, los reguladores que actúan en el campo de la energía
nuclear y la operadora de la planta Fukushima-1, Tepco.
Ante todo, el documento acusa a las autoridades de haber
permitido a dicha empresa seguir operando en la central eléctrica
sin poner en práctica las medidas de seguridad necesarias y a pesar
de la evidencia de que tanto grandes terremotos como tsunamis habían
ocurrido en el área.
Otro haz de críticas se dirige contra lo que el texto apoda "el
modo de pensar japonés", que permite a los expertos catalogar el
siniestro de "hecho en Japón". "Las causas fundamentales del
desastre deben atribuirse a las convenciones arraigadas en la
cultura japonesa: nuestra obediencia reflexiva, nuestra desgana por
preguntar a las autoridades", afirma Kurokawa.
Este es el tercer informe pericial en aparecer tras un período de
análisis preliminares de las circunstancias y las consecuencias de
los temblores y el tsunami del once de marzo del año pasado. El
primero, publicado por la propia Tepco en noviembre pasado, endosaba
la culpa de la catástrofe nuclear a los fenómenos naturales
"imprevisibles". El segundo, hecho público en febrero, fue escrito
por un grupo de peritos técnicos y periodistas y señaló una serie de
errores por parte de Tepco.
A lo largo de los meses transcurridos desde las averías
consecutivas de los reactores de la central de Fukushima, Japón ha
ido cerrando una por una sus plantas nucleares hasta no dejar
ninguna en funcionamiento. Solo el uno de julio, después de un
periodo de mantenimiento, las autoridades volvieron a activar un
reactor. Sucedió en la provincia de Fukui, en la central de Oi, que
no se había visto afectado por la catástrofe del once de marzo.