Jornada Cucalambeana

Defenderla décima a décima

Pastor Batista Valdés

  Foto del autorLas Tunas.— Después de cinco días, intensos para los organizadores, insuficientes para los adictos a la cultura campesina, siempre oportunos para quienes ven con el iris del optimismo la llama que prendió El Cucalambé (y no las cenizas del tiempo y de los hombres), volvió a coronar su propia frente la fiesta cumbre y más abarcadora de todos los campesinos cubanos.

Para criticar desaciertos —perceptibles o no— tal vez a repentistas, improvisadores y público, al verso octosilábico o al galope sin riendas ni medida de cualquier tecla, les quede pequeña otra jornada de opinión, aún con las más sanas intenciones.

Lo más sensato y justo, en cambio, tal vez sea poner a un "céntrico lado" de los organizadores todo lo que subjetivamente puede redimirse en junio del 2013 —ojalá siempre así ocurra— y acuñar realidades que ningún dedo puede ignorar.

Pienso en la voluntad que puso a prueba el territorio para transfundir vida a una décima que late y bombea más allá de El Cornito, de Las Tunas... y de Cuba.

Sube al tímpano también el inevitable paréntesis de Fernando Guardado, cuando en la gala sabatina tomó un atajo de locución para reconocer la urgencia de salvar y darle justo espacio en todo el país a "esta cofradía cultural", que eclosiona aquí por intermedio del repentismo —declarado recientemente patrimonio cultural inmaterial de esta nación—, la pintura, la literatura, la danza, el arte culinario, los juegos tradicionales...

Limitaciones tangibles de presupuesto, transporte, alojamiento, recursos, siempre van a tener su expresión en las mejillas del programa —incluso con acordes de "buen" pretexto.

Lo imperdonable, sobre todo para quienes conservan el don de mirarse hacia adentro, sería inclinar hacia ese lado una balanza en la que también tiene su peso bien específico la capacidad de ver, prever, ordenar y actuar a tiempo.

Bajo ese prisma, quizás hubieran tenido mayor presencia el plato criollo, la música campesina a ras de área (asunto de mejor semblante esta vez) y más efectividad la convocatoria popular para el espectáculo de elección de la Flor de Birama en plena Plaza Cultural: atinada decisión para acercar parte de la Cucalambeana hasta quienes no pueden trasladarse hacia El Cornito.

Fue la Jornada un poco más expresión de la base en que ella misma se sustenta y también más reflejo de dimensiones por descubrir y atraer. Lo confirmó la congruente asonancia de pies, voces y acordes llegados desde Chile, boleros procedentes de Venezuela con un olor inequívoco a décima cubana, la "carga" de apuntes y vivencias con que regresan quienes arrancaron de cuajo aplausos con una Malagueña salerosa que no debuta en el entorno rural ni urbano de este archipiélago.

Tela por donde "rajar" a golpe de hacha —insisto— habría para los presentes insatisfechos e incluso para los inexplicablemente ausentes... hasta el más alto nivel.

Tengo, en cambio, la certeza de que desde su indeclinable tronco cultural donde se encuentran El Cucalambé, El Indio Naborí, Justo Vega, Pepe Ramírez, Adolfo Martí, Ramón Veloz, El Jilguero de Cienfuegos, Chanito Isidrón y todos los que hoy son horcón y cobija del patrimonio guajiro, prefieren reverenciar raíces como las del espacio infantil Guajirito Soy y la pasión con que figuras como Luis Paz, Orismay Hernández, Reyber Nodal, Sindy Manuel Torres y muchos más, siguen defendiendo la espinela "décima a décima".

 

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