Si
sabemos que el insomnio es el trastorno del sueño más frecuente,
reportándose tasas que oscilan entre el 23 y el 51 % en diferentes
países, y constituye un problema serio de salud para el 17 % de los
que lo padecen, no resultará extraño conocer que muchas personas
hacen "uso y abuso" del clordiazepóxido y el diazepam, indicados
para el tratamiento del insomnio y también de la ansiedad.
Estos medicamentos tienen propiedades sedantes, miorrelajantes
(relajantes musculares) y anticonvulsivantes, y constituyen, en la
actualidad, de los fármacos más ampliamente prescritos en el mundo.
Sin embargo, "su utilización indiscriminada e irracional" origina
la dependencia a estos medicamentos de millones de personas, subraya
la doctora Midsay López Leyte, especialista en Farmacología de la
Dirección Nacional de Medicamentos y Tecnologías Médicas del
Ministerio de Salud Pública.
Ello posibilita, dice, ante una supresión brusca del tratamiento,
que estos pacientes puedan desencadenar un síndrome de abstinencia o
"efecto rebote", como se conoce la exacerbación de los síntomas
iniciales para los cuales se indicó el tratamiento.
Cuba no escapa a esta situación, atendiendo a que la prescripción
y el consumo del clordiazepóxido y el diazepam también son elevados,
sobre todo en la población mayor de 60 años, bien por presentar
síntomas de ansiedad e insomnio o por alguna otra dolencia.
La también Máster en Farmacoepidemiología señala que esos dos
medicamentos permanecen en el organismo por más de 24 horas, lo que
provoca que se acentúen sus efectos adversos, y cita entre ellos la
sedación excesiva, alteraciones del pensamiento, de la marcha y de
la coordinación, el consiguiente peligro de caídas con riesgos de
fractura, vértigo, depresión y dependencia farmacológica.
Si a lo anterior se añade que en la Tercera Edad el metabolismo
de los medicamentos y su eliminación se encuentran disminuidos, no
resulta difícil imaginar que son los ancianos los más propensos a
sufrir las consecuencias de los efectos adversos de estos fármacos.
Por lo antes expuesto, la doctora López Leyte alerta a las
familias para que las personas con insomnio o ansiedad acudan
siempre a los facultativos, en la búsqueda de tratamientos para la
causa que los origina y no para los síntomas.