Y es que así quedaron configurados los últimos pareos de cuartos,
luego de que el díscolo delantero inglés Wayne Rooney se estrenara
en el torneo —tras dos partidos de suspensión— aguándole la fiesta a
Ucrania, una de las sedes; y que el astro Zlatan Ibrahimovic dijese
adiós con Suecia "regalándole" una derrota a Francia, que acabó
segunda en su grupo (D).
De modo que Benzema, Nasri y compañía deberán enfrentarse el
sábado a España, la flamante campeona mundial y europea que busca
hilvanar un triplete histórico (con tres grandes citas a hilo),
después de haber sudado más de la cuenta ante una Croacia bien
guapa. Mientras, el domingo los ingleses examinan el "Renacimiento"
italiano plasmado por Pirlo, Buffon y De Rossi.
Antes, eso sí, Portugal se las verá mañana con la República Checa
en un duelo fácilmente publicitable por sus antecedentes, pues con
Cristiano Ronaldo en modo terminator los lusos enterraron a
una Holanda "de luto" en el grupo de la muerte (B) y los checos, con
el "Serrucho" Pilar, obraron lo impensable resucitando de una
goleada para encabezar su llave (A).
Aunque si de batallas mitológicas se trata, un día después el
escenario está pintado: Alemania, que no deslumbra pero arrolla —al
ser el único en contar sus partidos como victorias— asoma en el
panorama de Grecia, un equipo incapaz de conquistar el entusiasmo
universal, pero que en su viejo oficio ya se hizo con este trofeo
hace ocho años, parapetado de la misma manera que los espartanos en
las Termópilas. Así pues, lo dicho: estos cuartos serán
vertiginosos.