EL CAIRO, 20 junio.— La salud del expresidente Hosni Mubarak,
presuntamente agravada en una jornada de gran agitación política y
social en Egipto, generó hoy reacciones contrapuestas entre
partidarios y detractores, en medio de reportes sobre una
estabilidad alentadora.
Mubarak, de 84 años, fue declarado anoche clínicamente muerto por
médicos que batallaron por sacarlo de un paro cardiorespiratorio
sufrido en el hospital de la prisión capitalina de Torah, donde
cumple una condena a cadena perpetua.
Siempre según fuentes gubernamentales contactadas por Prensa
Latina o citadas por la agencia oficial de noticias MENA, el
exmandatario reaccionó favorablemente a la reanimación con descargas
eléctricas y ahora se halla en coma en una unidad de cuidados
intensivos.
Los primeros auxilios se le proporcionaron en el mismo centro
asistencial de la penitenciaría, antes de ser transferido bajo
fuertes medidas de seguridad al hospital militar de Maadi.
Un funcionario de seguridad relató a MENA que el corazón del
octogenario expolítico dejó de latir y no respondió a varios
intentos por resucitarlo, aunque después aseveró que se mantenía con
signos vitales y con respiración asistida.
Un galeno explicó a esta agencia que el término de muerte clínica
se utiliza para aludir al cese del bombeo sanguíneo y de la
respiración como consecuencia de un paro cardíaco.
La televisión estatal egipcia también señaló que el antiguo raís
(presidente, en árabe) cayó en un estado de inconciencia, pero
estaba vivo, acompañado ahora por su esposa Suzanne Mubarak y otros
familiares, dado que sus hijos Alaa y Gamal también están en
prisión.
En la avalancha de versiones, el brigadier general Mohamed Elewa,
portavoz del departamento de prisiones, confirmó el martes en la
noche que el expresidente había sufrido un ataque cardíaco, a lo que
su abogado defensor Farid Al-Deeb, añadió que evolucionaba
favorablemente.
La salud de Mubarak fue noticia tras la condena a cadena perpetua
del 2 de junio último, momento a partir del cual se reportó
indistintamente que ha padecido hipertensión arterial, problemas
respiratorios, ataque cerebral, depresión y arritmias cardíacas.
Sin embargo, decenas de miles de egipcios reclamaron en las
calles aquel día y también el martes en la noche- la pena de muerte
para el depuesto mandatario, pues consideraron benévola la sentencia
en comparación con la muerte de más de 850 opositores en 2011.
De hecho, asistentes a la masiva concentración de la plaza Tahrir
para condenar medidas adoptadas por la Junta Militar, en su mayoría
simpatizantes de la Hermandad Musulmana, lanzaron fuegos
artificiales y cantaron el himno nacional egipcio ante la falsa
alarma del deceso.
En barrios como Zamalek y Heliópolis, donde son mayoría los
partidarios del régimen de Mubarak, algunos vecinos lloraban o
comenzaron a rezar por una mejoría del defenestrado político.