Es un parto difícil de lograr —agregó—, tanto, que en los lugares
donde la producción cañera es el renglón principal, todo, o casi
todo, se supedita a ella: hombres, equipos, directivos, estrategias,
organizaciones de masas, los días, las noches, en fin, no hay
descanso. Nada ni nadie escapa de "esta suerte de locura" que dura
apenas unos meses.
Eso, y mucho más, sucedió en la campaña que está por concluir en
la provincia de Ciego de Ávila, convertida en la segunda mayor
aportadora de azúcar en el país (superada por Villa Clara), con un
sobrecumplimiento del plan asignado del 26 % en comparación con el
pasado año, mientras que trabaja en estos momentos para un aporte
adicional que ya supera las 5 000 toneladas métricas.
Si bien desde el 2005 hasta el 2010 se incumplió el plan
reiteradamente, parece que los avileños van aprendiendo a hacer
zafra y en las dos últimas campañas dejaron los achaques a un lado,
síntoma del despegue, pero sin que haya que lanzar fuegos
artificiales en tanto el país necesita más, y al territorio le queda
aún mucho potencial por explotar.
"Los centrales Enrique Varona, Ciro Redondo y Ecuador terminarán
bien y, como sucedió en otros años, en la recta final no podemos
correr el riesgo de deteriorar los indicadores, comenta Norelvis
Gallo Saroza, director de la Empresa Azucarera de Ciego de Ávila.
"Si fuera así —abundó Gallo Saroza—, no tendría razón haber
molido casi todo el tiempo por encima del 80 %
(el más alto del país), o disminuido el costo de la tonelada de
azúcar crudo en 84 pesos y la de refino en 146, en comparación con
lo planificado. Fueron muchos los factores que se conjugaron para
que la empresa azucarera de la provincia lograra una utilidad de
unos diez millones de pesos, cifra inalcanzable en etapas
anteriores".
De "vuelco definitivo" calificó a esta zafra avileña el director
Gallo Saroza. "El año pasado fue el comienzo; este, la
consolidación. No habrá vuelta atrás en la producción cañera.
"Avanzamos en casi todos los indicadores", remarca el directivo y
habla del ahorro de fuel oil, que en valores superó los tres
millones de pesos y 3,5 en divisas, indicadores muy mejorados si se
compara con anteriores zafras.
"Estuvieron inmensos el central Ecuador y su refinería, la
primera del país en rebasar el plan técnico-económico, con un mínimo
de gastos de portadores energéticos, al dejar de consumir más de 4
000 toneladas de fuel oil".
No pocos especialistas azucareros de este territorio comentan que
"la próxima zafra será superior", sobre todo por la siembra y las
atenciones integrales a la gramínea, que se complementará en la
venidera temporada con la entrada al escenario moledor del hasta
ahora inactivo central Primero de Enero.
Hay conciencia del eslabón débil que tienen y es cuanto resta por
hacer en la restauración de la composición de cepas (escalonamiento
por edad de la caña), aunque solo eso no resolverá los problemas,
pues debe asegurarse la integralidad, con un trabajo adecuado en la
siembra, el cultivo, la aplicación de fertilizantes y herbicidas; y
en el uso óptimo de las 63 máquinas en explotación para el riego,
acciones en su conjunto encaminadas a elevar el rendimiento
agrícola, que en el territorio apenas sobrepasa las 45 toneladas por
hectárea.
Si hubiera que definirla a tono con el momento, catalogaría a
esta zafra en Ciego de Ávila como una contienda corta, que buscó
lograr la mayor eficiencia posible y enseñó que sí es posible
racionalizar, reducir costos, lograr disciplina y organización,
conceptos que no deben diluirse en excesos de optimismo, pues cuanto
se ha hecho es mucho menos de lo que aún falta.