Se habla poco de ellas y probablemente muchos venezolanos ignoran
su existencia, pero las Casas de Alimentación que desde marzo de
2004 comenzaron a extenderse por todo el país ya suman unas seis mil
y son un importante eslabón en el combate contra la pobreza extrema.
Se trata de un solidario programa gubernamental dirigido a
personas de muy bajo o ningún recurso, auspiciado por el Ministerio
de Alimentación a través de la Fundación Programa de Alimentos
Estratégicos (Fundaproal), mediante el que se garantizan al menos
dos comidas diarias a más de 900 mil venezolanos, reporta Prensa
Latina.
Es preciso tener en cuenta que en Venezuela, a finales de los
años noventas, el 80 por ciento de la población era pobre y, de
acuerdo con datos estadísticos, a mediados de esa década el 42,5 por
ciento de los venezolanos se encontraba en situación de miseria.
En ese escenario, las Casas de Alimentación han desempeñado un
papel de primer orden, junto con otros programas sociales dirigidos
a mejorar las condiciones de vida de la población, entre ellos la
Misión Negra Hipólita, iniciada en enero de 2006 para ayudar a las
personas que viven en las calles.
Quienes acuden diariamente a esas casas reciben de manera
gratuita alimentación balanceada a partir de menús elaborados por
especialistas en nutrición, con productos que facilita el Estado a
través de la red Mercal (Mercados de Alimentos), creada en abril de
2003.
En ese sentido se pronunció Cruz Alida Navarro, elaboradora de
alimentos en una de esas casas, situada en la parroquia La Vega, en
el capitalino municipio Libertador, durante un encuentro efectuado a
principios de abril en Caracas, según reportó la Agencia Venezolana
de Noticias.
"Nosotras preparamos con amor almuerzo y meriendas para los
niños, mujeres embarazadas, abuelitos e indigentes. Eso es hermoso y
me llena de orgullo levantarme a las 6:00 de la mañana para atender
a 150 personas que acuden diariamente a mi casa a comer", expresó.
Pero no se trata sólo de brindar comida a los más necesitados y
ejemplo de ello lo aportó Yolanda Contreras, quien hace cerca de dos
años convirtió su vivienda, en la parroquia 23 de Enero de Caracas,
en una Casa de Alimentación.
No es sólo servir un plato de comida, sino que va más allá. Es
solidarizarse con los problemas de salud, educación y vivienda que
tienen las personas, explicó durante el encuentro de elaboradoras
efectuado en abril.
Tenemos personas consumidoras de droga que estamos rescatando.
Todo es articulado con las instituciones, explicó, y relató que han
organizado jornadas de vacunación de manera conjunta con los comités
de salud de la zona y realizado eventos culturales y de recreación.
Lo cierto es que en 1998, previo a la llegada de Chávez al
gobierno, el índice de pobreza extrema, calculado por el método de
la línea de ingreso, era de 20,6 por ciento de la población, según
cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Para finales del pasado año, ese índice había bajado hasta
alrededor del siete por ciento, gracias a los diversos programas
implementados por el gobierno para reducir la pobreza extrema y la
pobreza en general, entre ellos las Casas de Alimentación.
El éxito gubernamental en ese campo es incuestionable, pero ese
siete por ciento equivale a alrededor de 1,9 millones de
venezolanos, de una población total que en la actualidad de calcula
en unos 28 millones de habitantes.
Para romper el núcleo duro de la pobreza extrema, como se le ha
llamado, eran necesarias otras acciones, y así surgieron, a finales
de 2011 y principios del año actual, programas como Hijos de
Venezuela, en Amor Mayor.
A esos programas se unió después la Gran Misión Saber y Trabajo,
que mediante cursos previos de calificación profesional, persigue
proporcionar empleo a los que no lo tienen, que en noviembre de 2011
constituían el 6,2 por ciento de las personas en edad de trabajar,
según el INE.
Esos programas se complementan con la Gran Misión Vivienda
Venezuela, iniciada en abril del año pasado, que ya ha proporcionado
un techo a más de 184 mil familias y pretende que en el 2019 todas
las familias venezolanas dispongan de una vivienda digna.
El objetivo es que no haya en Venezuela persona alguna que viva
en la indigencia ni que carezca de los más elementales medios de
vida, como parte de un ambicioso proyecto social que tiene al ser
humano como centro de toda la actividad gubernamental.