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Salud garantizada desde un “taller”
DILBERT REYES RODRÍGUEZ
Aunque no reparan virtudes ni emociones, sino traumas y
malformaciones óseas, el Laboratorio de Ortopedia Técnica de Granma
es uno de esos "talleres" que se acercan bastante a la alegoría
descrita en la canción Corazonero, del popular dúo Buena Fe.
Uso
del taladro en la confección de una férula desrotadora.
Y es que en materia de salud humana, nunca es fácil asociar la
cura de un padecimiento —en vez de medicamentos— a taladros,
martillos, máquinas de coser, tornillos y piedras esmeriles.
Sin embargo, el tratamiento ortopédico distingue en la Medicina
por ciertas "maniobras de mecánico" que exigen del especialista
habilidad manual, pericia tecnológica, y cómo no, la elevada
sensibilidad del oficio médico.
No es grande el local, más bien estrecho, y ya desde sus
dimensiones se comprende que debe ser meritoria la labor de un
colectivo de 36 hombres y mujeres, capaces de fabricar en un mes
hasta 600 aditamentos ortopédicos para igual número de pacientes de
toda la provincia, territorios vecinos y otras regiones del país.
"De Villa Clara, Holguín y Santiago de Cuba llegan aquí los
pacientes o familiares, en busca del artificio necesario cuando no
lo encuentran en sus lugares", destaca Dioversis García, director
del centro.
"Solo de Granma recibimos personas de 188 entidades asistenciales
distribuidas en la extensa y complicada geografía de la provincia, y
agréguesele que aunque la Ortopedia predomina, aquí satisfacemos
demandas afines a siete especialidades médicas", dijo.
El complejo proceder y la dedicación requerida resaltan cuando se
sabe que hacen 150 tipos de aparatos, y ninguno sale de una
producción en serie, sino "responden a la prescripción médica que
trae el paciente o el familiar del afectado, a quien habrá que tomar
las medidas donde esté: en el hospital, el hogar, un caserío
montañoso, luego fabricarlo en el laboratorio, y después probarlo,
corregirlo y entregarlo.
"De esta forma, cada paciente multiplica por tres los servicios,
pero atendiendo a la lejanía de muchos, nos hemos empeñado en
reducir las visitas a dos momentos, para que la prueba, corrección y
entrega se logren el mismo día. Además, el tiempo medio entre la
solicitud y la venta es de solo tres días", precisó Dioversis.
OTRA LECCIÓN DE LA PLANIFICACIÓN
Reconfortante para Granma fue conocer in situ la
realidad del taller, pues llegó allí motivado por una carta de un
paciente, que argumentó no haber sido atendido debido a un
sobreconsumo de electricidad.
El director explicó a este rotativo que una mala planificación,
realizada en niveles superiores, provocó que fuera insuficiente la
corriente otorgada al centro en los meses de enero y febrero.
"A mediados del 2011 mandamos la demanda del laboratorio, basada
en un meticuloso estudio de consumo, equipo a equipo y por cada
área, que definió una necesidad mínima de 32 kilowatt/hora diarios;
pero la solicitud se desconoció y los planes se ajustaron según los
del año anterior, muy inferiores a los requerimientos actuales",
criticó Dioversis.
"En tanto resolvíamos el problema, hoy ya despejado, laboramos en
condiciones extremas para garantizar lo mejor posible la confección
de artificios; pero la falta de energía causada por un error
previsible nos complicó, y aunque seguimos recibiendo solicitudes,
las molestias fueron ineludibles, por ejemplo, en el hecho de
demorar la fabricación hasta nueve días."
La visita constató que no existe derroche. "Tenemos un riguroso
programa de ahorro, definido por departamento", señala el
especialista Alexander Tamayo. "Cuando estuvimos apretados, dejamos
el poquito de energía para los equipos, que aunque de bajo consumo,
son varios.
"Aquí todo es a base de electricidad: máquinas de coser,
fresadoras, sinfines, taladros¼ y solo con ellos se pueden hacer los
cientos de fajas, corsés, férulas, correctores, prótesis y otros
artículos necesarios a niños y adultos, víctimas de traumas por
accidentes o deformaciones congénitas o adquiridas.
"Sabemos que no salvamos vidas, y la mayoría de los casos no son
de urgencias —agregó Tamayo—, pero hay situaciones delicadas que sí
exigen rapidez en la confección del aditamento, como el cáncer de
columna y la fractura de cadera en las personas geriátricas. El
flujo de solicitudes es tan grande, que una semana sin producir por
déficit de energía, puede significar hasta 20 días de atraso en la
entrega."
Solucionado el "bache" de inicios de año, en el laboratorio
granmense confían en que la mala planificación no vuelva a parar
máquinas y demorar servicios, pues si los recursos no han faltado, y
la voluntad y destreza productiva son allí cualidades invariables,
nada más justifica que se ponga obstáculo a un taller, cuya única
recompensa llega cuando el niño recupera el paso firme, el anciano
vuelve a andar, o la columna afectada ayer, permite hoy la postura
erguida y elegante. |
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