Para
esclarecer esta interrogante —fumar, ¿es hábito, adicción o
dependencia?— conversé esta semana con el científico cubano Ricardo
González Menéndez, Académico de Mérito, Doctor en Ciencias y
Profesor Consultante del Servicio de Adicciones del Hospital
Psiquiátrico de La Habana "Doctor Eduardo B. Ordaz".
Tiene que ver, afirma, con las tres categorías que mencionas, que
se van estableciendo de manera progresiva en muy corto tiempo.
Veamos: Es, desde su inicio, un hábito tóxico, por tratarse de
una conducta reiterada que llega a automatizarse y hasta
convertirse, de cierta manera, en un ritual.
En menos de un mes se agrega la adicción, que es el deseo de
experimentar nuevamente el efecto de la nicotina cuando eleva una
sustancia llamada dopamina, que activa el circuito del placer en la
región inferior del cerebro, pero en menos de tres meses, asegura el
profesor González, se establece la dependencia, etapa durante la
cual la nicotina llega a incorporarse al organismo como si fuese
necesaria para su funcionamiento y, cuando falta, el "cuerpo" la
"exige" en forma de carencia, similar a la necesidad de agua o de
alimentos.
Con el transcurso de solo tres meses la "urgencia" de la próxima
"cachada" ya no persigue reproducir el placer de las primeras etapas
cuando el fumar era solo hábito y adicción, sino evitar el displacer
de la abstinencia. En pocas palabras, subraya, se comienza el
consumo buscando placer y en breve tiempo se fuma para evitar
sufrimiento.
Es por tanto un hábito totalmente insalubre que, como un
relámpago, se transforma en adicción y de inmediato en dependencia.
Este enemigo, concluye diciendo, mata actualmente a seis millones
de seres humanos, cifra mayor que la suma de todas las muertes
mundiales anuales por sida, suicidios y fatalidades de tránsito.