Tuinucú: lagunas hasta el cuello

Falta de prioridad, inversiones a medias e incorrecta manipulación de residuales azucareros conforman el círculo vicioso que mantiene bajo riesgo un importante ecosistema de la provincia espirituana

JUAN ANTONIO BORREGO

Con las orillas carbonizadas por la descomposición y un hedor que vuela incluso a kilómetros del lugar, los sistemas de tratamiento de residuales del central espirituano Melanio Hernández y la destilería Paraíso, ubicados a un costado del batey de Tuinucú, más que simples lagunas, semejan por estos días micropresas a punto de derramarse.

FOTO DEL AUTORLa laguna Uno, actualmente repleta, recibe los residuales de la destilería Paraíso.

Semanas atrás, roturas en las tuberías de residuales de 16 pulgadas y desbordamientos por fermentación en el tanque gigantesco de la industria de derivados comenzaron a teñir la Cañada de la Reguera, que a su vez no tardó mucho en expandir el carmelita oscuro de la vinaza por el río Tuinucú.

"Es que los desechos de nosotros son tinta rápida, hijo, que lo manchan todo en poco rato", reconoce Aleida Martínez, especialista principal de la destilería espirituana, industria proveedora de uno de los mejores alcoholes del país, pero al mismo tiempo generadora del nocivo subproducto que ahora colma la laguna número Uno del sistema y que según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) y la Unidad Provincial de Medio Ambiente, del Ministerio de Ciencias Tecnológicas y Medio Ambiente (CITMA), también se ha escurrido río abajo.

Al menos así lo aseguran los guajiros del lugar, quienes ya venían advirtiendo que el agua no servía para la irrigación de determinados cultivos, que los animales últimamente "no la querían ni probar" y que, incluso, de un tiempo a esta parte algunas vacas habían comenzado a malparir por el efecto nocivo de los derrames.

Rafael Rangel, subdelegado del INRH en Sancti Spíritus, dice que para comprobar la contaminación del Tuinucú no hace falta más que asomarse a sus márgenes y ver la coloración de las aguas, los sólidos suspendidos y la permanencia de una espuma oscura, paisaje que desafortunadamente no es nuevo en la zona.

HISTORIA QUE CONTAMINA

"A mí que no me hablen más de la contaminación de la Zaza, que la presa la construyeron en 1972 y el ingenio está ahí desde principios de siglo", comentó puertas adentro uno de los responsables de la industria azucarera local cuando, en el año 1997, el asunto de los vertimientos indiscriminados del CAI Melanio Hernández llegó a oídos del Consejo de la Administración Provincial.

"La presa es de 1972, pero el río está ahí primero que el central", respondió Medio Ambiente en aquella oportunidad.

Para entonces, la Acuicultura interpuso demanda contra el contaminador en la Sala de lo Económico del Tribunal Provincial de Sancti Spíritus, que solo por concepto de daños y perjuicios en peces con talla comercial determinó el pago de 250 mil pesos.

David Calzada, especialista principal de Regulación Ambiental en Sancti Spíritus y conocedor a fondo del litigio, estima que si se hubieran cuantificado todas las pérdidas, el monto a indemnizar habría sido superior al millón de pesos, sin embargo, para él la cuestión no está en imponer o pagar multas, sino en resolver el problema de manera definitiva, algo que evidentemente no ha ocurrido en todos estos años.

Recursos Hidráulicos y Medio Ambiente atribuyen la actual situación a la falta de prioridad con que las entidades contaminadoras y el otrora Ministerio del Azúcar asumieron el asunto, mientras la Empresa Azucarera Sancti Spíritus, el central Melanio Hernández y la destilería Paraíso esgrimen razones financieras, en específico deudas con el Banco, que le impidieron completar las inversiones previstas para ordenar el tratamiento a los residuales.

"El Ministerio siempre puso el dinero —asegura Juan Carlos Mursulí, director de la Empresa Azucarera Sancti Spíritus—, pero nos fue imposible acometer la inversión de manera integral debido al endeudamiento del Melanio Hernández con el Banco, algo que por suerte se ha destrabado con la nueva estructura".

FERTIRRIEGO A MEDIAS

Si se considera que, como promedio, cada tonelada de caña molida genera 0,8 metros cúbicos de residual, hasta los fosos de Tuinucú, en una sola jornada, pueden llegar 3 630 metros cúbicos de desecho desde el central y 1 404 desde la destilería, estos últimos, por supuesto, mucho más agresivos.

Durante décadas la evacuación de dichos residuales se "resolvía" abriendo la válvula de la laguna Cuatro y vertiendo cruelmente el mosto río abajo, sobre todo, en épocas de grandes crecidas. "En ese entonces no existía la presa Zaza, ni el desarrollo acuícola, el río tenía un gasto muy superior y sobre todo no había CITMA", dice Adelmis Pérez, jefe de riego en el Melanio Hernández.

A raíz de fortalecerse el control ambiental, desde el año 2001 se aprobó la implantación de un proyecto de fertirriego que permitía, mediante el empleo controlado de los desechos —ricos en nitrógeno, fósforo y potasio—, dar solución a los residuales y al mismo tiempo duplicar los rendimientos cañeros en poco más de 800 hectáreas.

De esta cifra entre el 2003 y el 2007 se logró montar el sistema con tuberías y estaciones de bombeo en unas 320 hectáreas, de las cuales por diferentes razones hoy apenas se explotan 110, lo que de una parte mantiene las lagunas repletas ante la no extracción a tiempo del producto y de la otra, sobresatura los suelos, que según normas solo deben irrigarse dos o tres veces al año y luego recesar en dependencia de sus características.

El actual grupo azucarero asegura que según el monitoreo que se sigue, gracias a la abundancia de carbonatos en los terrenos beneficiados con fertirriego, hoy día no existe un PH alto, pero coincide con Medio Ambiente en que se encuentran sobreexpuestos a esta práctica.

UNA FÓRMULA CONTRA EL COLAPSO

"En la práctica lo que viene ocurriendo es que cuando comienza la zafra ya los sistemas están llenos, y los reguladores que debieran funcionar como pulmones se han convertido en almacenes casi desbordados", sostiene David Calzada.

Un reciente dictamen de la Unidad de Medio Ambiente, que ya conocen las partes implicadas, precisa que para poder iniciar la próxima zafra, en los meses venideros deberán cumplirse medidas muy precisas dirigidas a reevaluar el proyecto de fertirriego, dragar la laguna Uno para recuperar su capacidad de diseño y resolver problemas con las trampas de grasas y aceites en el ingenio.

"Las lagunas no se han desbordado, pero han estado a punto", reconoce Juan Carlos Mursulí, a sabiendas de que el generador del residual, por ley, es responsable del mismo en todos sus ciclos.

—¿Cómo van a enfrentar los azucareros la actual situación?, pregunta Granma al director de la empresa.

"Hemos previsto acciones en los principales frentes contaminantes, como sustituir las tuberías de residuales de la destilería por otras nuevas, que resistan la agresividad y las temperaturas superiores a los 100 grados. Ya comenzamos a darles vida útil a otras lagunas (son seis en total y estábamos usando solo dos, la Uno y la S), vamos a resolver lo de las trampas de grasa y a disminuir la generación de residuales en el ingenio con un mejor uso del agua".

—¿Existe perspectiva de recuperar el proyecto de fertirriego?

"El fertirriego es la solución definitiva para los residuales en Tuinucú. Está en el plan de inversiones, contamos con el financiamiento y los recursos necesarios para llegar este año a las 330 hectáreas, que equivalen al triple de lo que tenemos hoy".

La fórmula no es perfecta, e incluso algunas medidas podían haber llegado más temprano, pero tanto reguladores como responsables coinciden en que resulta una terapia integral que muy bien puede evitar el colapso que ahora mismo amenaza la región y, a la larga, espantar de Tuinucú el fantasma omnipresente de las lagunas hasta el cuello o mejor "hasta los ojos", como prefiere ilustrar Adelmis Pérez.

 

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