LA PAZ. — El presidente boliviano Evo Morales viajó hoy hacia la 
			ciudad colombiana de Cartagena, una jornada en la cual tendrá una 
			apretada agenda de trabajo, previa a la Cumbre de las Américas.
			El mandatario encabeza una comitiva que integran el canciller 
			David Choquehuanca y los ministros de la Presidencia y Comunicación, 
			Juan Ramón Quintana y Amanda Dávila, respectivamente. Morales 
			clausurará el Foro Social junto a su par colombiano, Juan Manuel 
			Santos.
			En la referida reunión participarán representantes de movimientos 
			de izquierda, indígenas y jóvenes de varios países y tratará temas 
			relacionados con el cambio climático, el respeto a la naturaleza y 
			la emisión de gases de efecto invernadero.
			Bolivia participa en el Foro Social con 68 delegados de sus 
			organizaciones sociales, mineros, cooperativistas, trabajadores 
			petroleros, campesinos, transportistas y cultivadores, en un 
			encuentro que reúne a centenares de representantes de una decena de 
			países.
			El jefe de Estado animará -o participará- de un partido de fútbol 
			entre jugadores bolivianos y colombianos que asistieron a la Copa 
			Mundial de Estados Unidos-1994, en la cual Bolivia clasificó por 
			primera y única vez por derecho propio.
			Gran aficionado al más universal de los deportes, el mandatario 
			tiene previsto ser solo espectador en el choque, fijado en la 
			Escuela Naval de Cartagena, pero su pasión puede hacer que vista de 
			corto en algún momento.
			Morales acudirá después a la cena que ofrecerá el presidente 
			colombiano a los jefes de Estado y Gobierno asistentes a la Cumbre, 
			en la cual no participarán Cuba y Ecuador.
			El ministerio de Comunicación comunicó desde principios de la 
			semana que Morales sustentará en la cumbre "la posición de la 
			Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), 
			cuyos mandatarios se pronunciaron por la presencia de Cuba en este 
			foro que congrega a todas las naciones del continente".
			La exclusión de Cuba llevó a la renuncia de Ecuador, cuyo 
			presidente, Rafael Correa, desistió de participar en solidaridad con 
			la isla caribeña.