La dedicatoria a Martinica como Invitada de Honor a la trigésima
segunda edición del Festival Internacional del Caribe, también
conocida como Fiesta del Fuego, que nuevamente organizará Santiago
de Cuba entre el 3 y el 9 de julio próximo, permitirá no solamente
valorar la riqueza de la cultura popular de esa isla vecina sino
también resaltar los aportes de varios de sus hijos a la fundación y
desarrollo de un pensamiento original antillano.
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Aimé Cesaire. |
Frantz Fanon. |
Edouard Glissant.
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Orlando Vergés, director de la Casa del Caribe, institución que
de manera ininterrumpida ha mantenido el evento, recordó que la cita
santiaguera mediante la convocatoria al coloquio El Caribe que
nos une privilegia desde su punto de partida el estudio y
promoción de la producción intelectual de los pueblos de la región
en su diálogo con el mundo.
Precisamente el temario del coloquio priorizará la atención sobre
tres figuras martiniqueñas esenciales: Aimé Cesaire (1913–2007),
Frantz Fanon (1925–1961) y Edouard Glissant (1928–2011). Cada uno de
ellos reveló y defendió aspectos inéditos de la identidad caribeña y
dejó un legado apreciable para el completamiento de la emancipación
social de nuestras tierras.
Habitualmente se suele pensar en Cesaire como el gran poeta que
fue. No caben dudas acerca de la trascendencia de su libro
Cuaderno de retorno al país natal (1947), en el que por primera
vez acuñó un término polémico: la negritud.
Pero tanto en su poesía, y en la no menos importante literatura
dramática que escribió, como en sus ensayos y artículos, en especial
Discurso sobre el colonialismo (1950), se hallan conceptos y
reflexiones acerca de la condición colonial de los habitantes de los
territorios francófonos antillanos, la búsqueda de una voz propia y
la dialéctica histórica y cultural entre África y los pueblos nuevos
del Caribe.
Algunos, con razón, le reprochan su participación en la vida
política de la metrópoli y su papel en la redacción de la ley que
maquilló el estatus colonial de Martinica, Guadalupe, la Guajana y
Reunión como Territorios de Ultramar, con lo que apostó por la
autonomía y no por la independencia. Queda, sin embargo, una frase
suya con la que trató de ser consecuente: "Soy de la raza de los
oprimidos".
Fanon fue mucho más radical y es hoy por hoy un referente
ineludible del pensamiento antihegemónico, anticolonialista,
antirracista y antimperialista. La reciente reedición de Cuba de sus
obras clave, Piel blanca, máscaras negras, por la Editorial
Caminos, y Los condenados de la tierra, por el Fondo
Editorial de la Casa de las Américas, han reactualizado sus ideas en
el campo intelectual de la isla. El Comandante Ernesto Guevara
estuvo entre sus más atentos lectores.
Pocos intelectuales, después de Gramsci y junto al propio Che,
analizaron con tanta lucidez el papel de la cultura y del factor
subjetivo en la concepción de la lucha por la liberación política y
la justicia social.
"El mestizaje no deben ser entendido como aceptación de valores
impuestos", escribió Glissant, también poeta y autor de un libro
que, editado por la Casa de las Américas, sería oportuno revisitar
en el convite caribeño santiaguero, El discurso antillano.
A Glissant se deben aportes sobre el concepto de criollización en
las Antillas y en la construcción de la perspectiva de la diversidad
cultural, amenazada por la globalización de signo capitalista.
Santiago de Cuba debe ser en julio un espacio para dialogar con
la obra de estos pensadores tanto desde la óptica actual como en su
relación con otras fuentes caribeñas.