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Un siglo cultivando futuro
RONALD SUÁREZ RIVAS
En medio de un significativo incremento de su matrícula, el
Instituto Politécnico Agropecuario (IPA) Tranquilino Sandalio de
Noda se apresta a cumplir un siglo de existencia con la misma
vitalidad del primer día.
La
tabaquería destaca entre las áreas que ayudan a lograr una
preparación integral de los estudiantes.
Así lo confirman los sobresalientes resultados productivos que le
han permitido alcanzar la doble excelencia de la Agricultura Urbana
y aportar decenas de miles de pesos cada año al presupuesto de
Educación, pero sobre todo la capacidad para cautivar a los
estudiantes que pasan por sus aulas.
No importa si fue en una promoción lejana, como la de Agustín
Lorenzo Crespo, quien llegó a esta institución en 1965 para formarse
como técnico de nivel medio en Agronomía y luego de graduarse, hace
más de 40 años, trabaja en ella como profesor, o si, como Danaisis
Carvajal, que todavía no ha completado su primer curso.
El sentido de pertenencia hacia esta escuela cargada de historia,
levantada en el mismo sitio donde acamparon las tropas de Antonio
Maceo luego del combate de las Taironas, en 1896, es un rasgo común
entre quienes han cursado estudios en ella.
"Ahora mismo, por ejemplo, el 50 % de nuestros profesores,
incluyendo casi todo el consejo de dirección, está compuesto por
jóvenes egresados de aquí", comenta Mariana Chala, la directora.
Todos los
medios a su disposición
Para Mariana, la explicación es simple: "La mayoría de los
alumnos refieren que les atrae mucho las condiciones del centro y
todos los medios a su disposición".
En efecto, además de las aulas, la escuela cuenta con todas las
instalaciones y medios de enseñanza que demanda una formación
integral.
Entre ellos, un módulo pecuario, una finca con más de 140
especies de frutales, huertos, plantaciones de los principales
cultivos que se desarrollan en el país, una pequeña industria de
conservas, una escogida de tabaco, una tabaquería...
"Esto nos permite el seguimiento en la práctica de todo el ciclo,
desde la preparación de suelos y la siembra, hasta la recolección de
la cosecha, e incluso, el proceso que sucede a la fase agrícola, ya
sea la elaboración de aceite de girasol, puré de tomate, encurtido
de hortalizas, o el beneficio del tabaco, un producto que distingue
a nuestra provincia en el mundo", afirma Yenisey Hernández, quien
cursa el tercer año de técnico de nivel medio en Agronomía.
Junto al enorme valor en el plano docente, la experiencia les
revela por primera vez a los estudiantes los beneficios del trabajo.
"En la última cosecha de tabaco, por ejemplo, aportamos 45 000
pesos al presupuesto de Educación, e ingresamos a la escuela otro
monto que será empleado para cubrir las principales necesidades",
explica la directora.
"Con el dinero obtenido en años anteriores, hemos comprado
computadoras, una impresora para tirar los exámenes, vajillas y
cubiertos para el comedor. Por otro lado, la producción de granos,
viandas y vegetales, ayuda a rebajar los gastos de autoconsumo. En
el 2011, nos permitió ahorrar el 33 % del presupuesto".
Inculcar
el amor a la tierra
Estos resultados, sin embargo, son solo el preludio de lo que
puede aportar una fuerza calificada a una tarea de primer orden como
la producción de alimentos.
Por ello, desde hace dos cursos, la matrícula se ha multiplicado
(de unos 200 como promedio en el pasado reciente, a más de 400 desde
el 2010), al tiempo que se pone énfasis en la formación vocacional.
"No se trata solo de impartir determinados conocimientos, sino de
lograr que los alumnos le tomen amor a la tierra", precisa Ana María
González, quien egresó del IPA en el 2001, y actualmente se
desempeña como subdirectora.
En ese sentido, el trabajo se inicia en las secundarias básicas.
"Primeramente les presentamos a los estudiantes un video en el que
se expone el trabajo del centro. Luego se traen a la escuela, en una
actividad de ‘puertas abiertas’, para que puedan ver con sus propios
ojos nuestras instalaciones, y cómo es la vida acá", detalla Ana
María.
Como resultado de ello, el número de interesados en ingresar al
centro ha crecido notablemente.
"A mí me llamó la atención tras escuchar la presentación que
hicieron los profesores en mi secundaria, porque me encantan los
animales", cuenta Danaisis Carvajal, quien en el primer año de
veterinaria ya ha aprendido los hábitos alimentarios, la forma de
desparasitarlos y de lidiar con las enfermedades, y asegura
convencida: "hoy estoy todavía más motivada que cuando entré". |