El gobierno del conservador Mariano Rajoy, que asumió el poder en
diciembre pasado, anunció con tres meses de retraso los presupuestos
previstos para este año, en los que se materializan los anunciados
severos recortes en los servicios públicos, en las obras de
infraestructura y en el gasto del Estado. Se prevé un ajuste de más
de 27 mil millones de euros, al tiempo que se aprobó una subida de
impuestos a las empresas, el aumento de las tarifas de la luz y el
gas y una amnistía fiscal a presuntos defraudadores de cuello
blanco, que tienen diseminadas sus fortunas en paraísos fiscales.
Un día después de la masiva movilización ciudadana contra la
reforma laboral y la política económica del gobierno español, el
Ejecutivo de Rajoy anunció el proyecto de presupuestos con el que
pretende reducir el déficit público de 8,5 a 5,3 %, tal y como le
exigen las autoridades monetarias y financieras de la Unión Europea
(UE), al ver en España uno de los principales riesgos para el
contagio de una nueva crisis en la región.
Como era previsible, la mutilación de 27 mil millones de euros en
el presupuesto afecta a prácticamente todas las áreas públicas: la
educación, la salud, las infraestructuras, la justicia, la cultura y
el deporte. Además de que todos los ciudadanos pagarán de alguna
manera los efectos de la crisis, con un aumento generalizado de la
tarifa de la luz y el gas, y un importante incremento en el impuesto
de sociedades.
Uno de los ministerios que más recortes sufrió fue el de
Educación, Cultura y Deporte, en el que se aprobó un 21,2 % menos
que el año anterior, mientras que al de Defensa se le asignó un
presupuesto que es más del doble de lo que se destinará a Educación,
Cultura y Deporte.