Realidad y fantasía

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT
rolando.pb@granma.cip.cu

Basta levantarse cada mañana, después de tener un sueño placentero, para comprender que la realidad es el mejor borrador de fantasías. En tal sentido, el cine, como fábrica de sueños, llevaría las de perder.

La historia, sin embargo, demuestra todo lo contrario y evidencia una máxima del negocio cinematográfico con más de cien años haciendo de las suyas: todavía son muchos los que se sientan a ver una película dispuestos a participar, sin réplicas, en el mundo de quimeras que le proponen.

En 1990, Garry Marshall retomó el mito de Cenicienta y realizó Pretty Woman (Mujer bonita), la historia de una "dama de compañía" que, sin más atributos que su belleza, es contratada por un próspero financiero de Wall Street (Richard Gere) para que asista a varios escenarios públicos donde, necesariamente, él debe mostrarse.

Espectacular Julia Roberts, con su cabellera al viento, y caballeroso Gere en su papel de Pigmalión puliendo al mamífero de lujo.

¡Otra Cenicienta engañando a muchachitas soñadoras!, clamaron mentes lúcidas, mientras algunos desmenuzadores de los tiempos modernos trataron de desplegar una mirada más a tono con el momento económico que corría: no señor, en Pretty Woman no había un príncipe extemporáneo, sino un ejecutivo de las finanzas, un hombre de carne y hueso, tan empeñado en empujar el mundo hacia delante que no dispone de un horario para conseguirse una novia verdadera. Por lo tanto, la historia podía creerse.

Y muchos se la creyeron al punto que de un presupuesto de catorce millones de dólares, el filme —en esencia una hábil combinación de trucos sentimentales–– recaudó, solo en pantalla grande, 463 millones.

Las carreras de Julia Roberts y de Richard Gere se dispararon y una legión de muchachas atractivas se lo apostó todo a sus cuerpos y a los nuevos príncipes que estarían por llegar.

Veintidós años después de Pretty Woman, Richard Gere le acaba de declarar a la revista australiana Womans Day que esa es la peor película de su vasta cinematografía.

¿Por qué?

"La gente me pregunta acerca de ese filme, pero lo he olvidado. Se trata de una comedia romántica tonta. Hizo que ese tipo de hombres parecieran elegantes, lo cual estuvo mal. Por suerte, hoy día todos somos más escépticos."

Ese escepticismo tiene una fecha, 2008, año en que los ejecutivos y los banqueros de Wall Street que representa el personaje de Richard Gere en Pretty Woman condujeron al mundo a la crisis económica que todavía hoy ––como en un mal sueño sin ojos para despertarse–– sigue apuntando a la cabeza.

 

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