"Es que aquí sí se aprende de verdad: cómo se preparan los
suelos, el manejo de las plagas y enfermedades, las distintas
maneras de injertar, el trabajo con las hortalizas¼
", explica el joven Yasmani Álvarez Díaz al argumentar el porqué de
tal decisión.
Estudiantes del Instituto Politécnico Agropecuario Cruce de la
Trocha, en Vertientes, Camagüey, sienten que cada encuentro con el
productor Ricardo Fernández Vasallo les deja nuevas experiencias y
habilidades imposibles de adquirir entre las cuatro paredes de un
aula.
"Ahora tengo estos seis alumnos de tercer año de la carrera de
Agronomía, pero por aquí pasan también grupos completos a recibir
clases de campo. Solo les exijo disciplina y dedicación. No se
aprende perdiendo el tiempo", subraya enfático Ricardo, a quien el
papel de instructor le encaja como anillo al dedo.
Con apenas dos hectáreas de extensión, la Finca La Rosa es un
verdadero polígono para el aprendizaje dentro del programa de la
agricultura urbana, no solo por el exquisito aprovechamiento de cada
pulgada de suelo, sino gracias a la aplicación de métodos y técnicas
agroecológicas sobre bases sustentables.
Cerdos, aves de corral y conejos se integran de manera armónica
al paisaje campestre, donde abundan los viveros de plantas
maderables, frutales, medicinales y ornamentales, hortalizas y
condimentos, flores y viandas, cada uno cultivado en proporciones
bien delimitadas.
"A todo ello se suma la acuicultura", añade Ricardo, y muestra
cinco estanques que se extienden por todo el perímetro, donde se
reproducen tres variedades de tilapia. "Ya no tengo que salir de la
finca a pescar, que es mi pasatiempo preferido", dice sonriente.
Cuesta creer que lo que es hoy un sitio pintoresco, lleno de
atractivos para el visitante, hace poco más de tres años era un
vertedero insalubre, lleno de zanjas, desagües y lagunazos, impropio
para cultivar.
"Toda esa parte baja, que se me entregó en usufructo por el
Decreto-Ley 259, se rellenó con la tierra que se extrajo al
construir los estanques para tilapias y después se tiraron varios
viajes de cachaza para mezclarla con el suelo y mejorar su calidad."
Atravesada ahora por trillos enlajados y con el toque de belleza
que ofrecen las flores y los árboles en desarrollo, la Finca La Rosa
destaca por la cultura del detalle: "Embellecer el lugar donde uno
trabaja es muy importante, uno se siente mejor anímicamente y se
crea un ambiente fresco y agradable".
Comenta Ricardo que el manejo agroecológico, más que la
aplicación de un producto, es un sistema que se implanta y empieza
desde la cerca perimetral, con postes vivos, la creación de
microbosques, la siembra de plantas repelentes, el empleo de
biofertilizantes y el control integral de plagas y enfermedades.
"De todo esto les hablo a los muchachos que pasan por aquí. Cómo
en un pequeño espacio de tierra, sin agredir ni dañar el entorno, se
puede garantizar el sustento familiar y vender los excedentes a la
comunidad circundante. Claro, el primer mensaje que les trasmito es
que solo se logra con mucho trabajo".