Eddy
Andrés Romero Rizo, de Limonar de Monte Ruz, en las serranías del
municipio de El Salvador, Guantánamo, egresó recientemente del
Instituto Politécnico de Agronomía (IPA) Coronel Arturo Lince, como
obrero calificado, y de inmediato se incorporó al trabajo para hacer
su periodo de adiestramiento.
Lo hizo en su actividad preferida: la faena con los bueyes, en la
cual demuestra una destreza contrastante con su juventud y su
pequeña estatura.
Con Eddy Andrés dialogamos en la finca del usufructuario Enrique
Hernández Gámez, quien lo acogió como boyero "por lo que le sabe al
trabajo con esos animales y la disciplina que mantiene".
—¿Cuándo comenzaste a lidiar con los bueyes?
A los 12 años, cuando terminaba la escuela, comencé a
relacionarme con ellos, ayudando a mi padrastro Ruberlí Veranes
Carter en el traslado de café y otras tareas. Después amplié los
conocimientos en el politécnico y ya sé hacer de todo con ellos,
desde enyugarlos hasta arar la tierra, que es de lo más difícil.
—¿Pudiste haber elegido otro oficio?
Sí, pero desde muy niño sentí pasión por los bueyes y percibí lo
necesario que son, tanto en la montaña como en el llano, para hacer
producir la tierra y transportar cosechas sin usar combustible. Ayer
mismo cargué palmiche con ellos y ahora le paso arado a esa área.
Son animales muy productivos, que rinden por muchos hombres, y lejos
de dañar el suelo lo fertilizan con sus excretas.
—¿Conoces cómo ser un buen boyero?
Mi padrastro, los profesores en el IPA y ahora Enrique dicen, y
lo demuestran en la práctica, que es imprescindible atenderlos con
cariño, empezando por su alimentación y su régimen de
trabajo-descanso. Me han reiterado que el maltrato es inadmisible,
lo mismo que descuidar su protección. Aspiro a ser un buen boyero,
porque cumplo con esas reglas.