Putin no era un candidato cualquiera, su condición de favorito
absoluto lo demostraba. No son pocos los méritos que se le
atribuyen. A él se debe la estabilidad política alcanzada en el país
luego de la profunda crisis de los años noventa. Durante su mandato,
el país recuperó el orgullo patriótico, que había disminuido a su
mínima expresión a raíz de la desintegración de la Unión Soviética.
Y su economía ha tenido un crecimiento constante, con mejores
proyecciones para las próximas décadas.
De estatura mediana, gestualidad brusca y fuerte personalidad,
Putin ha demostrado tener los rasgos necesarios para hacerse
respetar en un país donde los conflictos bélicos, los cortos veranos
y las trágicas situaciones a veces vividas, han moldeado el
complicado carácter nacional, apasionado y fiero, dogmático y
rebelde. Durante sus años al frente del Kremlin, Putin logró
apaciguar el alto índice de criminalidad que poseía el país y asumió
con positivos resultados la difícil tarea de controlar la
separatista república de Chechenia, desde donde se han gestado los
peores atentados terroristas contra el pueblo ruso en los últimos
años.
Los retos que enfrentará el Presidente electo a partir de ahora
no serán pocos. En varios artículos de su autoría, publicados por la
prensa rusa durante la campaña presidencial, el mandatario mostró
preocupación por los procesos de transformación global que pueden
causar riesgos sobre territorio ruso.
"Cada vez se inician nuevas guerras regionales y locales.
Aparecen zonas de caos, y se nota la intención de provocar tales
conflictos en la proximidad directa de las fronteras rusas y de
nuestros aliados", explicó en una de las publicaciones. "Vemos cómo
han desvalorizado y destruido los principios básicos del derecho
internacional, sobre todo en la esfera de la seguridad", explicó
Putin en alusión a la intervención de Occidente en Libia y los
intentos de hacer lo mismo en Siria.
Para numerosos expertos, Rusia vive hoy bajo amenaza constante,
por lo tanto, la mayoría de las preocupaciones cae en el sector
militar. Ante la expansión de la OTAN por el Mar Negro y los países
de la zona, los analistas creen que la clave del éxito radica en el
fortalecimiento armamentístico. "Rusia goza de respeto cuando está
fuerte y descansa firme sobre sus pies", opina el especialista de
Ria Novosti, Fiodor Lukiánov.
Es por ello que Moscú no considera suficiente apoyarse en los
métodos diplomáticos y económicos para enfrentar amenazas, también
cree necesario desarrollar el sector militar de modo que sus Fuerzas
Armadas y otras estructuras de defensa estén preparadas para
reaccionar rápida y eficazmente. En total, durante la próxima década
el Gobierno ruso destinará a esos objetivos cerca de 23 billones de
rublos, unos 773 mil millones de dólares.
En términos de política exterior no se esperan grandes cambios de
rumbo. Putin anunció que seguirán defendiendo la máxima de no
injerencia en los asuntos internos de los países. Negociarán y
mediarán en los conflictos siempre que las partes implicadas lo
deseen. El vicepresidente del Comité de Relaciones Internacionales
de la Cámara Baja del Parlamento ruso, Konstantin Kosachev, explicó
que será en el escenario interno donde se experimenten las mayores
modificaciones.
Y es que el propio Presidente ha expresado que la corrupción es
uno de los principales flagelos del país. "El problema central es la
falta de transparencia y de control social en la labor de los
representantes del Estado, desde los servicios aduaneros y
tributarios hasta los sistemas judicial y policial. Si llamamos las
cosas por su nombre, se trata de la corrupción sistémica",
diagnosticó Putin en otro de sus artículos.
El mandatario reconoció también que hace falta mejorar
significativamente la calidad de la política migratoria del país,
minimizando la inmigración ilegal y reforzando las funciones
policiales y los poderes de los servicios migratorios. Al mismo
tiempo, precisó que el criterio de la política migratoria no debe
ser su dureza, sino su eficacia.
Los problemas étnicos y migratorios en Rusia están ligados
directamente a la desaparición de la Unión Soviética, indicó, y
aseguró que la idea de forjar un Estado ruso nacionalista y
monoétnico a la vez, contradice toda su historia. "Es el camino más
corto para liquidar al pueblo y al Estado ruso, o cualquier sistema
estatal soberano que exista en nuestro territorio", expresó.
De cualquier modo, en esta ocasión Vladimir Putin tendrá un poco
más de tiempo para alcanzar sus objetivos, pues por primera vez la
Presidencia durará seis años, dos más que lo establecido hasta
ahora. El 63,75 % de los votos obtenidos en los sufragios, le hacen
comenzar con el ritmo adecuado esta nueva andadura presidencial.