Notable reinado asumen hoy las marcas de tabaco cubano Cohiba y
Romeo y Julieta durante el XIV Festival del Habano, punto de mira
para millones de fumadores en todo el mundo.
Desde el 27 de febrero hasta el 2 de marzo, esta cita constituye
la más relevante de dicha agroindustria debido a que la mayoría de
los expertos considera al tabaco de esta ínsula como el mejor del
mundo y de esa maravilla salen los puros del tipo Premium,
denominación empleada para los hechos a mano.
Para esta oportunidad, los organizadores decidieron otorgar el
estrado u homenaje fundamental a las reconocidas marcas Cohiba, la
primera surgida luego del triunfo de la Revolución Cubana en 1959, y
a Romeo y Julieta, toda una alegoría literaria a favor de los
amantes de Verona.
Cohiba es casi mítica, todo fumador de puros que se precie de
ello tiene que degustar alguna de sus vitolas y en la actualidad
está clasificada como líder del portafolio de la corporación
internacional Habanos S.A.
Esas joyas aparecieron en 1966 de forma casual y ya en 1982 fue
vendida la marca por primera vez en España con tres vitolas:
Lanceros , Coronas Especiales y Panetelas, y siete años más tarde
surgieron de la magia de las manos de sus torcedores los Espléndido,
Robusto y Exquisito, todos ellos de gran aceptación.
Para 1992 se preparó la línea Siglos de Cohiba, por los 500 años
del encuentro entre dos culturas (España y América) con los Siglo I,
II, III, IV y V, para completar una gama tradicional de 11 vitolas,
que luego tuvo novedades como el apreciado Siglo VI y el tan
especial Behike.
Sus humos y aromas se corresponden con una famosa tercera
fermentación, que otorga al puro la exclusividad y, por lo tanto, lo
convierte en un producto único. A este peldaño, por supuesto,
también le llevan la calidad de las hojas y la maestría de los
torcedores.
Por su parte, la afamada marca Romeo y Julieta, lidera el gusto
de muchos fumadores y coleccionistas, surgida en 1875 con raíz tan
literaria como la obra del escritor inglés William Shakespeare.
Ese nombre aparece a nivel internacional en los primeros años del
siglo XIX de la mano de Don Pepín Fernández, uno de los primeros
productores en reconocer la relevancia de la anilla para resaltar la
belleza y la originalidad de los puros.