Este 2012 es bisiesto, una particularidad que sucede cada cuatro
años y que viene a corregir las diferencias en el calendario, ya que
en realidad cada año tiene 365 días, 5 horas y 56 minutos: tiempo
que tarda la Tierra en dar una vuelta completa en su órbita. De esa
manera, cada cuatro años se forma un nuevo día y, por ende, el año
tiene 366 días. Con ello se evita que las fechas astronómicas y
cronológicas dejen de coincidir.
Este ajuste se tuvo en cuenta desde que Julio César creó el
calendario que llamamos juliano, hace dos mil años, en el cual, cada
cuatro años, febrero tiene 29 días en vez de 28. El calendario
juliano no era, pues, lo suficientemente preciso y, en 1582, sufrió
algunas modificaciones impuestas por el papa Gregorio X mediante la
bula Inter gravíssimas, que dio origen al denominado
calendario gregoriano, vigente hasta hoy.
Pero, ¿por qué bisiesto? Veamos: en los tiempos de Julio César,
el primer día de cada mes se llamaba calendas; el séptimo,
nonas, y el decimoquinto, idus. Los romanos llamaban
primus dies ante calendas martii (primer día antes de las
calendas de marzo) al 28 de febrero; el 27 de febrero era el
secundus dies ante calendas martii (segundo día antes de las
calendas de marzo); el 26 de febrero, tertius dies.., y así
sucesivamente.
Para introducir su novedad —el año bisiesto—, Julio César
intercaló un día entre el sexto y el quinto día antes de las
calendas, es decir, entre los días que hoy llamamos 23 y 24 de
febrero. Este día adicional fue llamado bis sextus dies ante
calendas martii, o sea, "doble día sexto antes de las calendas
de marzo", y el año que contenía ese día se llamó bissextus.