Interés, el mejor insumo

Diálogo con uno de los mejores productores cafetaleros de Villa Clara

FREDDY PÉREZ CABRERA

Desde las empinadas montañas de Jibacoa, Manuel González Betancourt, junto a su hermano Alfredo, demuestran que en la recuperación cafetalera el único secreto es trabajar de manera sistemática, sin necesidad de grandes cuotas de insumos y sí de interés y responsabilidad.

foto del autorManolo, a la derecha, y Alfredo, son dos abanderados de la recuperación cafetalera en la montaña.

El también presidente de la CCS Ignacio Pérez Ríos, de Manicaragua, tiene una experiencia de 23 años como cafetalero y recuerda los tropiezos de los inicios.

En 1996 cuando llegó a la finca asignada, esta era un potrero destinado al pastoreo de mulos, y para colmo de males, a fines de ese año llegó el ciclón Lily, un verdadero vendaval para esa zona.

"Ante tal desastre, mi hermano Alfredo quiso ‘colgar los guantes’, pero yo lo convencí para que juntos perseveráramos. Así lo hicimos, logrando, al cabo de algunos años, levantar la finca, gracias, entre otras causas a su incorporación al movimiento agroecológico", explica el campesino.

En poco más de 26 hectáreas, el destacado productor ha llegado a alcanzar rendimientos superiores a las 1,5 toneladas por hectáreas, una cifra halagüeña si se compara con las exiguas cosechas de buena parte de los productores de la zona.

Y para quienes piensen que tales logros han sido el fruto de la asignación de altos volúmenes de fertilizantes u otros recursos, debemos decir que no, porque Manuel es un productor ecológico de referencia a nivel nacional, fundador del movimiento "De campesino a campesino", que promueve una agricultura sostenible.

"El café es una planta muy noble, que tiene muchos secretos y requiere de una esmerada atención. Yo, por ejemplo, utilizo abundante materia orgánica a la hora de sembrar, busco una buena correlación de sombra y luz y recurro a una adecuada política de reemplazo, sin esperar a que el cafetal envejezca para sembrar nuevas plantas", explica el productor.

Esas y otras enseñanzas las aprendí en los talleres que hacemos todos los meses, partiendo siempre de un diagnóstico de los principales problemas presentados en la cooperativa. En ellos abordamos el tema de la lombricultura, la conservación de los suelos, el manejo de plagas, la reforestación u otros de interés de los asociados, sistema que nos ha dado muy buenos resultados, asegura Manuel.

Para ejemplificarlo menciona el control logrado con la broca, por debajo de los índices permisibles, y el trabajo desarrollado en la polinización, a partir del empleo de colmenas de la tierra.

No solo del café viven Manuel y Alfredo. Junto a esas plantaciones han fomentado áreas de frutales y cultivos varios, contando en estos momentos con cerca de 120 variedades de frutas, 11 de plátano vianda, cuatro de malanga, tres de boniato y varias de aguacate. También experimentan con el cacao, en cuyo objetivo cuentan con el asesoramiento de la Estación Experimental del Café y el Cacao, de Jibacoa.

 

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