Actualizado 12:05 p.m. hora local

Policía desaloja a indignados londinenses

LONDRES. — La policía británica desmanteló este martes el campamento de indignados, emplazado desde el pasado 15 de octubre a los pies de la capitalina catedral de San Pablo contra la avaricia corporativa, los recortes presupuestarios y la desigualdad social.

El desalojo concluyó con el arresto de unas 20 personas, en tanto se registraron enfrentamientos entre inconformes y agentes policiales, pese a declaraciones de la gendarmería londinense sobre la realización de un operativo de expulsión pacífica.

La portavoz y asesora legal de los indignados británicos, Kai Wargalla, lamentó la dura actuación policíaca, al afirmar que pese al desalojo, el movimiento seguirá luchando.

Es muy triste lo que está ocurriendo hoy, si bien creo que podemos estar orgullosos de lo que hemos logrado, afirmó.

Nuestra comunidad está siendo atacada, pero nos juntaremos otra vez y volveremos más fuertes, advirtió Wargalla.

Los activistas pertenecen al grupo Occupy LSX (Ocupa la Bolsa de Londres), inspirado en el movimiento mundial de indignados que propugna la instauración de un nuevo modelo económico, político y de justicia social.

De su parte, los inconformes acusaron de traición a las autoridades eclesiásticas de San Pablo, después que el respaldo de los prelados de esa parroquia a la expulsión forzosa fuera confirmado por la propia policía.

Entre los detractores estaba el director de la organización cristiana Ekklesia, Jonathan Bartley, quien reconoció haber sido pateado en repetidas ocasiones por la gendarmería, que lo arrastró lejos de la catedral.

Lo que sucedió es una gran tristeza, aunque la tragedia es que mientras los cristianos rezaban en las escalinatas de San Pablo, el templo otorgó permiso para el desalojo violento.

La catedral ha respaldado y mostrado su acuerdo con esta acción, denunció.

Durante el tiempo que duraron las manifestaciones, la emblemática parroquia de San Pablo, cerró en octubre sus puertas durante una semana por vez primera desde la Segunda Guerra Mundial y apoyó el desalojo forzoso de los inconformes, lo que derivó en una crisis en la cúpula de esa ermita anglicana.

Como resultado, el canónigo Giles Fraser, y el deán catedralicio, el reverendo Graeme Knowles, renunciaron a sus cargos ante la posibilidad de que cualquier medida legal apoyada por su iglesia pudiese derivar en incidentes violentos con los manifestantes.

Tras cuatro meses de protesta por los excesos del capitalismo, los acampados afrontaron la expulsión cuando un tribunal londinense concedió el derecho de desalojo a las autoridades de la City londinense, sede del sector financiero.

La justicia británica decretó la medida el 18 de enero; la semana pasada, el Tribunal de Apelaciones denegó a los indignados la posibilidad de recurrir ante la Corte Suprema. (PL)

 

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