Una vez más las llamadas "Organizaciones No Gubernamentales" han
demostrado que no siempre tienen buenas intenciones. En esta
ocasión, el escenario es Egipto. Las autoridades de ese país
iniciaron un juicio contra 43 trabajadores de ONG, 19 de ellos
estadounidenses, acusados de recibir fondos ilegales del extranjero
para llevar a cabo actividades políticas.
The New York Times indica que al menos cuatro ONG
norteamericanas: Instituto Internacional Republicano, Instituto
Nacional Demócrata, Centro Internacional para Periodistas, Casa de
la Libertad y la alemana Fondo Konrad-Adenauer, tenían en sus
oficinas mapas de la división de Egipto, que supuestamente remiten a
un plan de reparto de Oriente Medio elaborado hace tres décadas.
Según denuncia Russia Today, el periódico egipcio Al-Ahram
publicó un artículo del periodista local Muhammad Dunia, donde el
autor revela una estrategia de reparto no solo de Egipto, sino de
todo Oriente Medio, propuesta en los años ochenta por el profesor de
la Universidad de Princeton, Bernard Lewis.
Así, el plan "sionista-estadounidense" prevé la división de
Egipto en cuatro países. El primero estaría bajo el control de los
judíos y ocuparía el territorio desde el Sinaí hasta el Delta
oriental del Nilo. Además, Lewis proponía crear un país cristiano
con su centro en Alejandría, uno de Nubia (sur de Egipto unido con
Sudán) y finalmente un país de bereberes con capital en El Cairo.
Aunque las ONG aducen que se dedican solo a la observación de
elecciones, el juez encargado de la investigación, Ashraf El-Ashmawy,
publicó que en realidad las actividades de esas organizaciones
estaban encaminadas a preparar informes para enviarlos a EE.UU., y
apoyar a ciertos personajes políticos en elecciones tanto
parlamentarias como presidenciales, para servir a intereses
extranjeros.
Según el sumario del juicio, al que Al Jazeera tuvo acceso, la
ministra de Planificación y Cooperación Internacional, Fayza Abu el
Naga, acusa a los imputados de trabajar en coordinación con la CIA.
Esto no sorprende a los latinoamericanos, ya acostumbrados a la
injerencia de otras ONG, vinculadas con la USAID y la NED (Fundación
en favor de la Democracia), algo que se ha encargado de denunciar
sistemáticamente la investigadora venezolano-estadounidense, Eva
Golinger.
"El caso de estas ONG estadounidenses y europeas, acusadas por
Egipto de intentar desestabilizar al país, pone al descubierto de
nuevo la estrategia de Washington de utilizarlas como fachadas para
lograr un cambio de régimen favorable a sus intereses", declaró la
experta en una entrevista citada por el periodista canadiense Jean-Guy
Allard.
"El Instituto Internacional Republicano (IRI) tiene una historia
particularmente sucia en América Latina, dada su abierta
participación en el golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez
en Venezuela en abril del 2002", señala la especialista.
"En aquel momento, el presidente del IRI, George Folsom, envió
una carta aplaudiendo el golpe y reconociendo que gracias al apoyo
del IRI, habían tenido éxito: ‘El Instituto ha servido de puente
entre los partidos políticos de la nación y todos los grupos de la
sociedad civil, para ayudar a los venezolanos a forjar un nuevo
futuro democrático... Estamos dispuestos a continuar nuestra
asociación con el valeroso pueblo venezolano.’"
"El IRI también tuvo un papel principal en el financiamiento y la
asesoría de los grupos, partidos y organizaciones involucrados en
los golpes de Estado en Haití en el 2004 y Honduras en el 2009",
concluye Golinger.
En Egipto, el IRI, que disponía para sus actividades de 22
millones de dólares, estaba encabezado nada menos que por el hijo
del secretario de Transporte de Estados Unidos, Sam LaHood.
Aunque las autoridades egipcias decidieron aplazar el juicio para
el 26 de abril, hasta ahora parecen dispuestas a realizarlo, a pesar
de las amenazas de Washington de cortar la ayuda económica al país
árabe si condena a los acusados. Este proceso pondrá a prueba la
sólida relación entre ambos países. Puede ser un medidor para saber
si Egipto realmente superó la era de Mubarak, o si los nuevos
líderes seguirán el mismo camino del presidente depuesto y
permitirán que Estados Unidos controle la transición.