Desde Haití

El día que los tap tap dejaron de circular

Amelia Duarte de la Rosa Enviada especial

Tanto o más singular que la marché es el transporte urbano en Haití. ¡Podría parecer exagerado pero no es así! Resulta imposible imaginarse las calles del país sin esos famosos y abarrotados vehículos de transportación que todos llaman tap tap.

Foto de la autorLos vehículos ganan primacía tanto en el congestionado tráfico de Puerto Príncipe como en caminos abruptos de laderas y montañas.

Los miles de Futones e Isuzus que circulan diariamente como taxis deben su nombre al ingenio humano. Tap tap es la onomatopeya de los golpes que dan los pasajeros en la cabina cuando se quieren apear. Sus características, más allá de las adaptaciones a las que se someten los carros, son realmente curiosas.

Semblanza de la idiosincrasia del pueblo, los tap tap se distinguen por el colorido de sus carrocerías —digamos que puestas al servicio del tan bien logrado arte naif—; la super abundancia de sonoridad o, lo que es lo mismo, la excesiva divulgación de la música Kompa; y la prepotencia con que irrumpen en medio de las vías.

Son los dueños de las calles, de eso no caben dudas. Infringir las leyes del tránsito o alcanzar niveles considerables de velocidad no parece estar en el manual de conducción de sus choferes, quienes ganan primacía tanto en el congestionado tráfico de Puerto Príncipe como en caminos abruptos de laderas y montañas.

Pues sí, los tap tap están en todas partes y a cualquier hora: en las principales avenidas, en las esquinas, a la entrada y salida de los lugares concurridos, en el parque central de los pueblos de las afueras y siempre, por supuesto, dispuestos a cargar o transportar a todo el que de él necesite.

A la manera de las cajas chinas se llenan estos transportes. Quince, 20 y hasta 30 personas buscan la forma de acomodarse dentro de los escasos asientos. ¡Si creíamos estar curados de espanto pues nos equivocamos! En los tap tap no existe una capacidad límite. En el techo y en los marcos de las ventanas también los más pobres se montan y pagan entre 5 y 20 gourdes para llegar a su destino.

Sin embargo, aunque siempre omnipresentes ¡los dueños de las calles haitianas apagaron sus motores durante una noche! Con la inauguración del carnaval, los taxis tuvieron que retirarse de las vías para cederle camino a las carrozas. La festividad limitó el recorrido de estos vehículos de exceso, pero de todas formas, el colorido y la algarabía continuaron estando presentes en Haití.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir