Por tan solo cinco minutos, niñas del orfelinato del milenario
monasterio de la Señora de Seydnaya, en Siria, salvaron la vida de
un ataque con cohete contra esa institución, una de las reliquias de
mayor valor del cristianismo a escala mundial.
Las niñas fueron llamadas a almorzar y recién comían cuando
sentimos el estruendo. En principio no sabíamos que era, hasta que
un trabajador nos alertó que fue un injustificado ataque", describió
la Madre Superiora Febronia Nabhan a un grupo de periodistas.
La acción terrorista aconteció a las 13:30 hora local del
domingo. Los moradores de la vetusta instalación no saben de donde
procedió, pero estiman por el impacto contra la parte posterior de
la edificación que el cohete fue disparado desde el escarpado monte
que se levanta detrás del pequeño pueblo de Seydnaya, en Damasco
Campo, a 34 kilómetros de la capital.
El proyectil abrió un boquete de casi un metro en la gruesa pared
de bloques de piedra caliza y causó destrozos en el interior de uno
de los cubículos en el nivel superior del orfanato donde residen
seis niñas, apuntó Prensa Latina.
Administrado por la Iglesia Ortodoxa Griega, el convento nunca
había sido atacado, señaló Nabhan, quien explicó que en la
instalación habitan unas 100 personas, entre ellas 25 niñas y
adolescentes huérfanas, 40 monjas y trabajadores del abadiato.
El Monasterio de la Señora de Seydnaya fue construido en 547
durante la era bizantina por lo que hoy atesora mil 465 años de
valiosa historia y tradición cristiana.
Milenarios murales alusivos a escenas del cristianismo enriquecen
antiguas paredes y corredores de esta joya arquitectónica
perfectamente conservada sobre un promontorio en uno de los valles
de la Sierra de Al-Kalamoun.
Exhortamos al presidente (Bashar al-Assad) a que sea sabio y Dios
lo ilumine para poner fin a esta violencia que conmueve al país.
Nunca antes en Siria habíamos vivido los acontecimientos que hoy nos
afligen, en los que una azuzada sedición impulsa a algunos atacar a
otros hermanos y hermanas por profesar una religión diferente,
expresó la madre Estefanía.
Esta monja, que vive en el convento desde que tenía cuatro años y
es la segunda en jerarquía después de la Madre Superiora Nahban,
acompañó a un grupo de periodistas nacionales y extranjeros para que
fueran testigos del destrozo provocado por el ataque.
Las dos camas del cuarto en cuya pared impactó el proyectil
quedaron destrozadas, así como una pequeña mesa para estudio,
mientras las esquirlas abrieron huecos en paredes, colchones y la
puerta del dormitorio, en tanto trozos de piedras dañaron la
habitación contigua, así como el marco y cristales de la puerta de
entrada del cubículo.
Entre los reporteros se comentó que pudo ser una granada
autopropulsada del tipo RPG, aunque por la fuerza del impacto y la
distancia desde donde provino el disparo también pudo ser un obús de
mortero.
Del otro lado del macizo montañoso está la localidad de Rankous,
donde hace unos días penetraron grupos armados y en el momento en
que el grupo periodístico realizaba la visita al convento, las
fuerzas sirias llevaban a cabo una operación para eliminarlos y se
escuchaban continuas explosiones y el tableteo de disparos.
Desde la noche del miércoles efectivos del Ejército iniciaron una
ofensiva contra esas bandas armadas para expulsarlas de de Rankous,
Harasta, Douma, Irbin y Zabadani, todas en Damasco Campo.
Según partes oficiales los elementos armados sufrieron numerosas
bajas, entre muertos y heridos, les fueron ocupadas armas, además de
capturar un alto número de sus miembros, incluidos afganos y
paquistaníes calificados de mercenarios a sueldo para infiltrarlos
en Siria por Catar y Arabia Saudita, aseguró un oficial.
Ahora todo el mundo está pidiendo que el Ejército los proteja de
esa violencia. Siria es un país pacífico, con un pueblo civilizado,
caritativo que prefiere vivir en armonía, aseveró la madre
Estefanía.
Relató que como obra humanitaria en el monasterio acogieron a 30
familias iraquíes que huyeron de la guerra en su país, así como
antes a otras 70 de el Líbano durante el 2006, cuando Israel volvió
a atacar el sur de ese país.
Llevamos a Siria en nuestra sangre y nuestros corazones, por eso
rechazamos lo que está pasando ahora. No podemos aceptarlo, y Dios
nos conducirá a la paz, expresó la religiosa.