La
importancia de concentrar el trabajo de la militancia en la
implementación de los Lineamientos de la Política Económica y
Social; el fortalecimiento de las acciones contra la indisciplina
social, las ilegalidades, la corrupción y otras conductas negativas;
así como la exigencia de la debida atención a todos los
planteamientos de los ciudadanos en cualquier escenario, fueron
temas centrales en el debate de la Comisión No. 1, que trató sobre
el funcionamiento, métodos y estilo de trabajo del Partido en su
primera Conferencia Nacional.
"La Conferencia es continuidad de nuestro Sexto Congreso; hay que
ver el estrecho vínculo que existe entre un momento y el otro en el
abordaje, con espíritu crítico, del trabajo que le corresponde hoy
al Partido", valoró Víctor Gaute, miembro del Secretariado del
Comité Central del Partido, quien junto a otros miembros del Comité
Central presidía la Comisión. También señaló la relevancia del
cambio de mentalidad de la militancia como premisa para las
transformaciones en cuya concreción el Partido tiene una alta
responsabilidad.
Cambiar modos de enfrentar los problemas a partir de la
experiencia práctica, no solo mediante documentos o consideraciones
de algún ponente, fue otra arista sumada al análisis. Allí donde no
se cumpla con la implementación de los Lineamientos aprobados por el
Sexto Congreso, los militantes habrán de preguntarse por qué no se
hizo lo necesario.
Es vital, se dijo, la exigencia y el control del Partido en las
transformaciones actuales y en aquellas a las que está abocado el
país. Otro concepto expresado con énfasis fue que sería imperdonable
discutir un asunto que no sea prioridad. Al respecto la delegada
Lina Pedraza abogó por que el Partido no sea mero observador, y sí
parte de la ejecución de los planes económicos y los presupuestos.
Resulta esencial —resaltó— el acompañamiento de los militantes en
cada paso en pos de los cambios: que alerten sobre las
administraciones que no cumplan, y sobre cualquier distorsión en la
implementación de los Lineamientos.
Víctor Gaute afirmó que "como nunca antes tenemos un instrumento
de trabajo en nuestro poder: los Lineamientos. En ellos aparecen
detallados, de manera explícita, y sector por sector, los propósitos
que debemos alcanzar. Por eso no habría razones para que desde el
Partido no nos empleemos a fondo".
La necesidad de fortalecer e incrementar en las estructuras del
Partido y demás organizaciones e instituciones las acciones
dirigidas a prevenir y enfrentar la indisciplina social, las
ilegalidades, la corrupción y otras conductas negativas, motivó
varias intervenciones sobre la importancia estratégica de este
propósito para la continuidad de la Revolución.
El ejemplo de cada militante como parte del quehacer diario y la
exigencia y control del Partido sobre quienes manejan recursos,
fueron destacados por el delegado Camilo Hernández, de La Habana.
Por su parte la delegada Marcia Cobas destacó el papel que debe
desempeñar el Partido en las estructuras de los Organismos de la
Administración Central del Estado; y compartió la percepción de que
a veces se cree, erróneamente, que este tipo de batalla solo debe
darse en las empresas, cuando también se debe estar vigilante allí
donde se puedan tomar decisiones que perjudiquen al país y
favorezcan determinados intereses personales. "La exigencia tiene
que ser la misma en todas partes", dijo.
A despojarse de la rutina cuando se aborden estas temáticas, no a
tratarlas por tratarlas, sino a calar en lo más hondo de cómo cada
uno está cumplimentando sus deberes, y en poner a la militancia a
jugar su papel exhortó Gaute, quien además llamó a estar atentos a
las causas y condiciones que pueden propiciar esos fenómenos. "La
responsabilidad del Partido es decisiva en esta batalla. Debe
prevalecer la franqueza, el enfrentamiento a estas actitudes, y la
información oportuna a los niveles superiores cuando sea necesario,
para que así se pueda actuar con prontitud", acotó.
Una arista referida al estilo de trabajo del Partido motivó que
los delegados advirtieran sobre cómo se debilita la labor partidista
cuando un cuadro de la organización asume posiciones impositivas.
Tomar caminos que no sean el de convencer con argumentos afecta
mucho el trabajo con los militantes. Al respecto el delegado Camilo
Hernández subrayó que ese comportamiento que asumen algunos cuadros
tiene sus causas en la falta de creatividad y preparación.
Otro de los objetivos que suscitó intervenciones entre los
miembros de la Comisión fue el referido a exigir y comprobar que se
les preste oportuna y debida atención a las quejas y denuncias
planteadas por la población, lo cual se hizo extensivo a los demás
asuntos que son planteados por los ciudadanos en cualquier
escenario.
En la Comisión se reafirmó también la necesidad de fomentar el
ejercicio de la crítica y la autocrítica en el lugar adecuado, de
forma correcta y oportuna, bajo el principio de que en el Partido
todos tienen derecho a criticar, y nadie está exento de ser
criticado. Asimismo, abogaron por eliminar la práctica de aceptar
autocríticas que muchas veces son meras justificaciones, y apoyaron
el concepto de enfrentar las represalias contra quienes critican,
incluyendo la proposición, aceptada por la plenaria, de sancionar a
los responsables. Las medidas disciplinarias —se enfatizó— no deben
irse a los extremos: Ni al de la tolerancia, ni al de ser
implacables.
Introducir mayor flexibilidad en el momento de planificar el
trabajo de las estructuras del Partido y de sus cuadros, desterrar
definitivamente la improvisación, así como revisar los conceptos y
métodos concernientes a la labor de las organizaciones de base y los
instructores, fueron otros temas debatidos.
Sobre este último punto el delegado José R. Monteagudo, de Sancti
Spíritus, reconoció que ha habido deficiencias en cuanto a la
selección de los instructores, cuya labor se ha limitado muchas
veces al trabajo de la vida interna del Partido; y apuntó que no es
justo responsabilizar por ello solamente a estos cuadros de base,
cuyos roles deben redimensionarse a tenor con el actual escenario
del país.
Los delegados abogaron por una correcta selección de quienes
fungirán como instructores; hablaron de trabajar, desde la
organización, con mayor intencionalidad en pos de la preparación
práctica de esa figura política que, se comentó, resulta decisiva
para el funcionamiento de las estructuras del Partido.
Otros tópicos tuvieron que ver con la rendición de cuentas como
método de trabajo, con la necesidad de respetar la jornada laboral
al concebir y planificar las reuniones que convoca la organización,
desde los núcleos hasta las instancias superiores.
Igualmente los delegados ratificaron la necesidad de eliminar la
interferencia y suplantación, por el Partido, de las funciones y
decisiones que corresponden al Gobierno y entidades administrativas.
Detenido análisis se produjo en torno a la trascendencia de
liberar a los núcleos zonales de actividades que no se correspondan
con los fines de su labor en la comunidad, pues la distorsión ha
propiciado el rechazo de algunos militantes a pertenecer a esa
estructura de base.
"Debemos preservar esa forma organizativa que tenemos en la
comunidad —resaltó Víctor Gaute—, por el poder de influencia que
tiene en la formación de las nuevas generaciones. No olvidemos que
la mayoría de sus militantes han estado gran parte de la vida en sus
filas, por eso hace falta dirigir las acciones de esos espacios a
objetivos precisos, y no recargar innecesariamente a los militantes
de esos núcleos".
Una explicación necesaria acerca de la desactivación sumó el
delegado Orlando Sardiñas. Ese tema fue uno de los que más opiniones
generaron durante los análisis previos a la Conferencia, realizados
a lo largo del país. Según el espíritu de los estatutos, precisó, si
el ingreso al Partido es voluntario, entonces hay que respetar la
voluntad de los militantes si quieren ser desactivados.
Sardiñas comentó que haber recargado a los núcleos zonales con
tareas que no les competen creó la negativa imagen de un espacio
donde las personas estaban abrumadas por tantas responsabilidades.
De todos modos, puntualizó, teniendo en cuenta la cifra de quienes
militan en esas estructuras, no puede decirse que sea masiva la
actitud de quienes deciden no ir a los núcleos zonales cuando se
jubilan. Finalmente, aportó un matiz esencial: la militancia se
asume no porque se sea trabajador o jubilado, sino porque se tiene
una ideología.