Debates de las cuatro comisiones de la Primera Conferencia Nacional

Ser parte, no observador

Alina Perera Robbio y Francisco Rodríguez Cruz

La importancia de concentrar el trabajo de la militancia en la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social; el fortalecimiento de las acciones contra la indisciplina social, las ilegalidades, la corrupción y otras conductas negativas; así como la exigencia de la debida atención a todos los planteamientos de los ciudadanos en cualquier escenario, fueron temas centrales en el debate de la Comisión No. 1, que trató sobre el funcionamiento, métodos y estilo de trabajo del Partido en su primera Conferencia Nacional.

"La Conferencia es continuidad de nuestro Sexto Congreso; hay que ver el estrecho vínculo que existe entre un momento y el otro en el abordaje, con espíritu crítico, del trabajo que le corresponde hoy al Partido", valoró Víctor Gaute, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, quien junto a otros miembros del Comité Central presidía la Comisión. También señaló la relevancia del cambio de mentalidad de la militancia como premisa para las transformaciones en cuya concreción el Partido tiene una alta responsabilidad.

Cambiar modos de enfrentar los problemas a partir de la experiencia práctica, no solo mediante documentos o consideraciones de algún ponente, fue otra arista sumada al análisis. Allí donde no se cumpla con la implementación de los Lineamientos aprobados por el Sexto Congreso, los militantes habrán de preguntarse por qué no se hizo lo necesario.

Es vital, se dijo, la exigencia y el control del Partido en las transformaciones actuales y en aquellas a las que está abocado el país. Otro concepto expresado con énfasis fue que sería imperdonable discutir un asunto que no sea prioridad. Al respecto la delegada Lina Pedraza abogó por que el Partido no sea mero observador, y sí parte de la ejecución de los planes económicos y los presupuestos. Resulta esencial —resaltó— el acompañamiento de los militantes en cada paso en pos de los cambios: que alerten sobre las administraciones que no cumplan, y sobre cualquier distorsión en la implementación de los Lineamientos.

Foto: Juvenal BalánVíctor Gaute afirmó que "como nunca antes tenemos un instrumento de trabajo en nuestro poder: los Lineamientos. En ellos aparecen detallados, de manera explícita, y sector por sector, los propósitos que debemos alcanzar. Por eso no habría razones para que desde el Partido no nos empleemos a fondo".

Pelea estratégica, estilos y aristas cardinales

La necesidad de fortalecer e incrementar en las estructuras del Partido y demás organizaciones e instituciones las acciones dirigidas a prevenir y enfrentar la indisciplina social, las ilegalidades, la corrupción y otras conductas negativas, motivó varias intervenciones sobre la importancia estratégica de este propósito para la continuidad de la Revolución.

El ejemplo de cada militante como parte del quehacer diario y la exigencia y control del Partido sobre quienes manejan recursos, fueron destacados por el delegado Camilo Hernández, de La Habana. Por su parte la delegada Marcia Cobas destacó el papel que debe desempeñar el Partido en las estructuras de los Organismos de la Administración Central del Estado; y compartió la percepción de que a veces se cree, erróneamente, que este tipo de batalla solo debe darse en las empresas, cuando también se debe estar vigilante allí donde se puedan tomar decisiones que perjudiquen al país y favorezcan determinados intereses personales. "La exigencia tiene que ser la misma en todas partes", dijo.

A despojarse de la rutina cuando se aborden estas temáticas, no a tratarlas por tratarlas, sino a calar en lo más hondo de cómo cada uno está cumplimentando sus deberes, y en poner a la militancia a jugar su papel exhortó Gaute, quien además llamó a estar atentos a las causas y condiciones que pueden propiciar esos fenómenos. "La responsabilidad del Partido es decisiva en esta batalla. Debe prevalecer la franqueza, el enfrentamiento a estas actitudes, y la información oportuna a los niveles superiores cuando sea necesario, para que así se pueda actuar con prontitud", acotó.

Una arista referida al estilo de trabajo del Partido motivó que los delegados advirtieran sobre cómo se debilita la labor partidista cuando un cuadro de la organización asume posiciones impositivas. Tomar caminos que no sean el de convencer con argumentos afecta mucho el trabajo con los militantes. Al respecto el delegado Camilo Hernández subrayó que ese comportamiento que asumen algunos cuadros tiene sus causas en la falta de creatividad y preparación.

Otro de los objetivos que suscitó intervenciones entre los miembros de la Comisión fue el referido a exigir y comprobar que se les preste oportuna y debida atención a las quejas y denuncias planteadas por la población, lo cual se hizo extensivo a los demás asuntos que son planteados por los ciudadanos en cualquier escenario.

En la Comisión se reafirmó también la necesidad de fomentar el ejercicio de la crítica y la autocrítica en el lugar adecuado, de forma correcta y oportuna, bajo el principio de que en el Partido todos tienen derecho a criticar, y nadie está exento de ser criticado. Asimismo, abogaron por eliminar la práctica de aceptar autocríticas que muchas veces son meras justificaciones, y apoyaron el concepto de enfrentar las represalias contra quienes critican, incluyendo la proposición, aceptada por la plenaria, de sancionar a los responsables. Las medidas disciplinarias —se enfatizó— no deben irse a los extremos: Ni al de la tolerancia, ni al de ser implacables.

Introducir mayor flexibilidad en el momento de planificar el trabajo de las estructuras del Partido y de sus cuadros, desterrar definitivamente la improvisación, así como revisar los conceptos y métodos concernientes a la labor de las organizaciones de base y los instructores, fueron otros temas debatidos.

Sobre este último punto el delegado José R. Monteagudo, de Sancti Spíritus, reconoció que ha habido deficiencias en cuanto a la selección de los instructores, cuya labor se ha limitado muchas veces al trabajo de la vida interna del Partido; y apuntó que no es justo responsabilizar por ello solamente a estos cuadros de base, cuyos roles deben redimensionarse a tenor con el actual escenario del país.

Los delegados abogaron por una correcta selección de quienes fungirán como instructores; hablaron de trabajar, desde la organización, con mayor intencionalidad en pos de la preparación práctica de esa figura política que, se comentó, resulta decisiva para el funcionamiento de las estructuras del Partido.

Otros tópicos tuvieron que ver con la rendición de cuentas como método de trabajo, con la necesidad de respetar la jornada laboral al concebir y planificar las reuniones que convoca la organización, desde los núcleos hasta las instancias superiores.

Igualmente los delegados ratificaron la necesidad de eliminar la interferencia y suplantación, por el Partido, de las funciones y decisiones que corresponden al Gobierno y entidades administrativas.

Detenido análisis se produjo en torno a la trascendencia de liberar a los núcleos zonales de actividades que no se correspondan con los fines de su labor en la comunidad, pues la distorsión ha propiciado el rechazo de algunos militantes a pertenecer a esa estructura de base.

"Debemos preservar esa forma organizativa que tenemos en la comunidad —resaltó Víctor Gaute—, por el poder de influencia que tiene en la formación de las nuevas generaciones. No olvidemos que la mayoría de sus militantes han estado gran parte de la vida en sus filas, por eso hace falta dirigir las acciones de esos espacios a objetivos precisos, y no recargar innecesariamente a los militantes de esos núcleos".

Una explicación necesaria acerca de la desactivación sumó el delegado Orlando Sardiñas. Ese tema fue uno de los que más opiniones generaron durante los análisis previos a la Conferencia, realizados a lo largo del país. Según el espíritu de los estatutos, precisó, si el ingreso al Partido es voluntario, entonces hay que respetar la voluntad de los militantes si quieren ser desactivados.

Sardiñas comentó que haber recargado a los núcleos zonales con tareas que no les competen creó la negativa imagen de un espacio donde las personas estaban abrumadas por tantas responsabilidades. De todos modos, puntualizó, teniendo en cuenta la cifra de quienes militan en esas estructuras, no puede decirse que sea masiva la actitud de quienes deciden no ir a los núcleos zonales cuando se jubilan. Finalmente, aportó un matiz esencial: la militancia se asume no porque se sea trabajador o jubilado, sino porque se tiene una ideología.

 

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