Tan
súbitamente como partió ayer, el presidente Asif Ali Zardari regresó
hoy a Pakistán desde Dubái, donde según fuentes oficiales cumplió
una visita de carácter privado que ciertos medios asociaron a una
posible renuncia.
En medio del resquebrajamiento de las relaciones
entre las autoridades civiles y militares, también se rumoró que el
viaje de Zardari se debía al temor a un inminente golpe de Estado.
Una escueta declaración del portavoz de la
Presidencia, Farhatullah Babar, indicó aquí que el mandatario
"regresó a Pakistán después de terminar sus asuntos privados en
Dubái".
Ayer, los confusos y variados motivos alegados por
diversas fuentes cercanas a los círculos de gobierno sobre el viaje
del gobernante alimentaron aún más las especulaciones en torno a su
dimisión o a una eventual asonada militar.
Algunos medios de prensa señalaron que Zardari se
sometería en Dubái a una nueva revisión médica -ya lo hizo el pasado
mes tras sufrir un leve infarto-, mientras otros reportaron que iba
a ver a sus hijos, a asistir a una boda, y hasta a reunirse con un
viejo enemigo político, el exiliado expresidente Pervez Musharraf.
Analistas locales hicieron notar que era "muy raro"
semejante descoordinación en la agenda de un jefe de Estado.
Las históricas tensiones entre las autoridades
civiles y militares pakistaníes rebrotaron cuando el pasado 10 de
octubre un influyente empresario norteamericano de origen pakistaní,
Mansoor Ijaz, reveló haber entregado en Estados Unidos un
comprometedor memorando secreto.
En el mensaje se pedía ayuda a Washington ante un
eventual golpe de Estado tras la operación encubierta de un comando
norteamericano que culminó con la muerte de Osama bin Laden en la
ciudad de Abbottabad el 2 de mayo del pasado año.
A cambio -siempre según la versión de Ijaz- el
gobierno pakistaní prometía controlar al Ejército, que en más de una
ocasión ha criticado diversas cláusulas de la alianza
Islamabad-Washington.
Ijaz, además, aseguró que el memo le había sido
entregado por el embajador en los Estados Unidos, Hussain Haqqani
(quien ahora está bajo investigación), con conocimiento de Zardari y
probablemente bajo inspiración de éste.
El llamado memogate desató la ira del Ejército, que
lo consideró una amenaza a la seguridad nacional y forzó a la Corte
Suprema a iniciar una investigación.
Tal exigencia, obviamente, apunta a Zardari, quien
podría ser sometido a un juicio político y destituido de comprobarse
su involucramiento en el escándalo.
Las tensiones entre el Gobierno y los generales
aumentaron el pasado miércoles, cuando el primer ministro Yousuf
Raza Gilani destituyó al secretario de Defensa, teniente general (r)
Naim Jalid Lodhi.
En una inmediata respuesta, los militares
advirtieron en un comunicado que la decisión podría acarrearle al
país "dolorosas consecuencias".
Este jueves, coincidiendo con el viaje del
presidente Zardari a Dubái, el jefe del Ejército, general Ashfaq
Pervez Kayani, se reunió con sus comandantes, lo que alimentó las
especulaciones sobre las próximas movidas militares en medio de la
crisis política imperante en el país, informó PL.