Ya no acompaña a los equipos pinareños, como hiciera durante dos
décadas formando parte del colectivo técnico, pero por medio de la
radio, sigue pendiente de cuanto acontece en el mundo de las bolas y
los strikes e, incluso, con frecuencia siente nostalgia del tiempo
en que la muchedumbre lo aclamaba cuando salía a lanzar.
Entonces —dice— no era como ahora, que los jóvenes tienen todas
las condiciones para abrirse paso en el deporte. "Primeramente había
que trabajar, para ayudar a la familia".
Por ello, Marcos se vio obligado a moverse de un lado a otro de
Pinar del Río, donde distintos propietarios de equipos, para
asegurarse sus servicios como jugador en los partidos de fin de
semana, le ofrecían empleo.
Así trabajó en la mina de hierro de Santa Lucía, en la escogida
de tabaco La Ceiba, en Ovas, y cortó caña en áreas del central
Niágara (actual Sanguily), hasta que el triunfo de la Revolución, en
1959, abrió nuevos horizontes para el deporte en el país.
Ello le permitió participar en los campeonatos regionales (entre
Pinar del Río, La Habana y Matanzas) surgidos a partir de 1961, y
formar parte, al año siguiente, de la selección Occidentales, en la
primera Serie Nacional.
Sin embargo, para esa fecha, con 31 años cumplidos y sin haber
podido llevar nunca un adecuado régimen de entrenamiento, el derecho
de Viñales se encontraba en el ocaso de su carrera.
De modo que poco después, cuando cesaron los torneos regionales,
decidió poner fin a su trayectoria como pelotero.
Pero su relación con el béisbol no terminaría allí. En 1968,
Marcos entró a trabajar en el cuerpo técnico de las selecciones
pinareñas.
"Por espacio de 20 años me desempeñé como coach, unas veces con
Vegueros y otras con Forestales. Al principio no fue fácil. Todo el
mundo nos caía a palos, hasta que empezaron a crearse estadios, a
trabajarse con los atletas desde la base y las cosas cambiaron. De
estar entre los peores pasamos a tener un equipo de lujo, con el que
conquistamos seis campeonatos."
No obstante, a medio siglo del surgimiento de nuestras series,
Marcos Páez no deja de pensar en todos los jugadores con talento que
conoció en su juventud y no pudieron llevar adelante una carrera,
debido a la falta de interés de los gobiernos de turno por
desarrollar el deporte.
Incluso, su propia trayectoria seguro hubiera sido mucho más
rica, de haber podido concentrarse en los entrenamientos, en lugar
de tener que deambular por la provincia buscando trabajo.
"Ojalá que la Revolución me hubiera cogido más joven, dice. Quién
sabe todo lo que habría logrado, porque tenía muy buen control. A
veces pasaban tres juegos y no daba una base por bolas. Conmigo
había que salir a batear."