Las fuerzas armadas pakistaníes negaron hoy estar conspirando
contra el presidente Asif Ali Zardari, sometido a intensas presiones
políticas por su presunta implicación en un reclamo de ayuda a
Estados Unidos ante un eventual golpe de estado.
En un escueto comunicado, la jefatura del ejército desmintió
versiones de prensa según los cuales en mayo pasado, después de la
muerte de Osama bin Laden, los servicios de inteligencia (ISI)
habían hecho contactos con varios estados árabes para conocer su
reacción ante una asonada militar en el país.
Los mandos castrenses negaron que el jefe del ISI, teniente
general Ahmad Shuja Pasha, cumpliera una misión de ese género cuando
por esa época viajó a varias naciones árabes.
El Director General del ISI no se reunió con ningún líder árabe
entre el 1 y el 9 de mayo de 2011 (…) Sus visitas al Reino de Arabia
Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, antes o después de ese
período, formaron parte de una actividad de rutina (…) durante la
cual solo interactuó con sus homólogos, señalaron.
El ejército atribuyó el rumor a Mansoor Ijaz, un empresario
estadounidense de origen pakistaní que en octubre pasado reveló
haber servido de intermediario para entregar un memorando secreto en
que se pidió ayuda a Washington ante un eventual golpe de estado
tras la muerte del jefe de Al Qaeda.
Ijaz aseguró haber recibido el mensaje de manos del entonces
embajador de Pakistán en Washington, Hussain Haqqani (quien después
renunció debido al escándalo) y dejó entrever que en el asunto
estaban implicadas altas figuras del gobierno, entre ellos el
presidente Zardari.
Señalado como un hombre ligado a los servicios de inteligencia
norteamericanos e israelíes, Ijaz también habría sido según la
versión del ejército quien propaló el rumor de que el jefe del ISI
había viajado a algunas naciones árabes para pulsar la opinión de
sus líderes sobre el golpe de estado.
También este viernes, el presidente de la Corte Suprema de
Justicia de Pakistán, Iftikhar Chaudhry, descartó las posibilidades
de una asonada militar y aseguró que en ningún caso las autoridades
judiciales la certificarían.
Quedaron atrás los días en que la gente utilizaba los tribunales
para validar medidas inconstitucionales, recalcó.
En las últimas semanas el gobierno pakistaní ha estado bajo
fuertes presiones debido a las revelaciones sobre el llamado
memogate, señaló Prensa Latina.
Por estos días, en medio de especulaciones sobre la eventual
renuncia de Zardari y de un golpe de Estado, la Corte Suprema de
Justicia, está escuchando el parecer de distintos actores políticos
y militares sobre cómo conducir las investigaciones sobre el hecho.
Mientras la jefatura del ejército es partidaria de que el
tribunal se encargue del caso, el gobierno sugirió encomendarlo a la
Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento.
Zardari, de 56 años, regresó el lunes último de Dubái, donde
recibió tratamiento médico tras sufrir un leve infarto que el común
de los medios asocia a las enormes presiones que gravitan sobre él.