Una Feria para mirarnos por dentro

Del 9 al 19 de febrero próximo en La Habana y hasta el 4 de marzo en todas las provincias del país

MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ

Una honda mirada —y con toda seguridad un disfrute, al hacerlo hacia el interior de nuestra propia identidad— propone la XXI Feria Internacional del Libro Cuba, correspondiente al 2012, al dedicar todo su despliegue a la cultura de los pueblos del Caribe, región a la que pertenecemos todos los cubanos por derecho propio.

 

Maryse Condé, una de las grandes escritoras del Caribe francófono.

 

Juan Boch, intelectual dominicano.

El sensible propósito, junto a un grupo de buenas nuevas en torno al acontecimiento cultural más populoso del país, fue dado a conocer a la prensa por los directivos del evento, encabezados por la presidenta del Instituto Cubano del Libro, Zuleica Romay y por el director de la Cámara Cubana del Libro, Eduardo Fernández.

No solo para informar al auditorio, sino también para crear un ambiente de pleno gozo al referirse a la realidad maravillosa que es el Gran Caribe, ofrecieron sus magistrales intervenciones los intelectuales Graciela Chailloux y Rogelio Martínez Furé, quienes ilustraron, a partir de sus investigaciones y experiencias, la vida étnica, cultural y social de esa —a veces y erróneamente subvalorada— área del continente que tendrá su merecido protagonismo en la fiesta editorial cubana.

"El Caribe fue el escenario del Nuevo Mundo en que el hombre europeo encendió su imaginación y donde murió la pureza racial y cultural", expresó Chailloux al referirse a esta zona geográfica que tendrá su esplendor editorial con más de 45 títulos que lo abordan en este evento literario también dedicado a los Premios Nacionales de Ciencias Sociales y Literatura, respectivamente, Zoila Lapique y Ambrosio Fornet.

"La historia nos obliga a reconocernos a nosotros mismos", aseveró Martínez Furé al referirse al provecho que recibirá el pueblo cubano en esta fiesta del libro que le permitirá también conocer más el mundo al cual pertenece."

Revisitar a clásicos como Juan Bosch, Jacques Roumain, Aimé Cesaire, Ernest Pepin o Maryse Condé, por solo citar a algunos, pero también asomarnos a la nueva literatura de este escenario cautivador para las letras —tanto por su belleza como por algunas de sus tristes realidades— será también una buena oportunidad en esta fiesta, que tiene como invitada de honor a esa nutricia cultura que ha fraguado en la región del mundo en la que —y aunque a muchos los sorprenda— más premios Nobel por habitantes le han sido otorgados.

El programa literario, a cargo de su coordinador Jesús David Curbelo, director del Centro Cultural Dulce María Loynaz, contará para su feliz ejecución con otras sedes capitalinas como la Casa de las Américas, la UNEAC, el Centro Cultural José Martí, el Centro de Estudios Martianos, la Biblioteca Nacional José Martí, el Pabellón Cuba, la Casa del Alba Cultural, el Teatro Bertolt Brecht, la editorial Félix Varela y la Agencia Cubana de Naciones Unidas.

El Pabellón Tesoro de Papel volverá a abrir sus puertas en La Cabaña con un centenar de títulos para los niños, entre los que ya se pueden adelantar de su editorial Gente Nueva algunas reediciones de Nersys Felipe —recientemente distinguida con el Premio Nacional de Literatura— y de otros autores como Emilio Salgari, Mirtha Aguirre y Carlos Frabetti.

Las correspondientes premiaciones a los autores galardonados que esperan la ceremonia de entrega, que acaece cada año en la sala Nicolás Guillén, tendrá también su asiento reservado. Tampoco faltarán los coloquios dedicados a los autores a los que se rinde tributo en el evento, ni los que ofrecen espacios a la historia, a la traducción, a la literatura y al Caribe mismo.

Un verdadero regocijo promete ser este encuentro al que ya han sido invitados más de 180 intelectuales y de los cuales alrededor de 40 caribeños han confirmado su presencia en los predios de la Isla. Se habla de expositores de 18 países que han asegurado hasta el momento —temprano aún— su estancia en la Feria. Pero para precisar esos menesteres estadísticos queda tiempo todavía. Lo que resulta imperdonable es que no nos animemos, desde ya, para un acontecimiento único donde el Caribe completo cabrá desde la mágica dimensión de un libro en la Mayor de sus Antillas.

 

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