CALIXTO
GARCÍA.— Lo que en el Consejo Popular Las Calabazas fue una ladera
cubierta por malezas, ahora es un área silvícola donde Mario
Velázquez Martínez, un amante de los bosques, ha creado una
"cátedra" sobre el manejo integral de la tierra y las plantas bajo
el principio de "trabajar con esmero y enfrentarse a los que no
creen en las acciones buenas y ponen obstáculos de todo tipo".
Desde el año 2000 logró plantar más de 4 mil cedros y barías. Al
inicio fue una respuesta espontánea para no perder 6 mil posturas de
las dos especies que sembró con el propósito de venderlas, lo que
resultó imposible porque detectaron un negocio ilícito en la empresa
encargada de las compras.
"Cuando esa situación se dio, seguí proponiendo lo que tenía en
el vivero, pero ni los dirigentes de la Empresa Forestal del
municipio se interesaron. Fue ahí cuando entré en el terreno que
estaba abandonado detrás de mi casa y dediqué once días
consecutivos, en el horario de la mañana, a chapear, abrir huecos y
sembrar las primeras 700 posturas. Era el mes de septiembre, es
decir, sequía, y tuve que cargar agua en cubos para regar.
"A la espera de las lluvias dejé de sembrar, pero seguí
limpiando. Mi decisión de entrar en la zona llena de manigua, casi
toda marabú, no la vieron bien algunos responsables de esa tierra y
hasta aquí llegó un inspector y me hizo llenar una planilla en la
que decía que yo usurpaba una parcela y debía abandonarla enseguida.
Todavía no entiendo esa posición. Yo estaba devolviéndole el valor a
un área que parecía no interesarle a nadie hasta que comencé a
trabajarla."
Finalmente, tras largas y agobiantes gestiones, las discrepancias
fueron allanadas y Mario, asociado de la Cooperativa de Crédito y
Servicios Frank País, explota hoy dos hectáreas. Tan meritorio como
el fomento de las plantas es el trabajo de conservación de suelos
que ha realizado.
"Al empezar a limpiar el terreno, la lógica me indicó que debía
hacer barreras muertas para evitar el arrastre de la capa vegetal.
Una cuenta ligera me dice que debo haber cargado y acomodado
camiones de piedra en los sitios donde se forman corrientes cuando
llueve. También usé troncos y otras partes de árboles caídos o del
marabú que corté.
"Todos los días aprendo a golpes de experiencia y por los
consejos recibidos. Por eso también construyo barreras vivas con las
plantas y en algunas partes combino piedras y vegetación, como es el
boniato, que me asegura comida y su bejuco no deja escapar la tierra
con el agua."
No le falta compost a partir de la acumulación de hojas, ramas
viejas caídas o cortadas en los procesos de poda y todo tipo de
materia vegetal producida en la parcela. Ese abono tan especial lo
añade a bolsas donde siembra semillas de café, aguacate y otras
especies, o lo vierte directamente sobre las posturas y plantas
adultas sembradas.
"Me agrada ver crecer los árboles maderables igual que los
frutales. También tengo anoncillo, anón, ciruela, mango, mamey,
níspero, caimito, guanábana, frutabomba, guayaba, coco¼
"Siembro en todos los espacios lo que veo con posibilidades de
crecer. Ya hay 170 matas de yarey que puedo cortar una vez al año y
dan para la cobija de una casa mediana. Sus pencas las regalo o las
vendo a un precio bajo a personas del Consejo Popular."
Para el autoconsumo diario posee yuca, ñame, plátano burro y
fruta, y boniato. De este último recientemente vendió a una
cooperativa de la zona bejuco equivalente a 40 mil plantas. "¿Cómo
se quedaron sin semillas si tienen tierras en gran cantidad y
equipos y hombres para no permitir eso? Todavía hay gente que no
aprovecha bien los recursos o no sabe planificarse", señala con la
razón otorgada por el sentido del sacrificio, la voluntad y los
resultados de su labor.
"Se me da bien el frijol caballero. Lo siembro al pie de una
baría o una bijagua en crecimiento, luego se enreda en ellas pero no
le hace daño, porque el bejuco muere al año y cuando se descompone
sirve de materia orgánica. También uso postes vivos de piñón, que
podo regularmente para que el frijol crezca hasta una altura donde
yo pueda recogerlo sin dificultades."
El extremo superior de la pendiente deja ver la constancia con
que Mario recupera la parte de más reciente adquisición. El marabú
está reducido a algunos montones de leña que será empleada para
combustible y barreras muertas, destino reservado igualmente en
algunos meses para varios árboles que él identifica como
"tamarindillos", los cuales al desaparecer dejarán espacio para
incrementar el número de barías.
"Alrededor del área que atiendo hay una trocha en la que no crece
una hierba, para evitar el paso del fuego en caso de incendio
forestal", explica mientras señala hacia la colindante muralla verde
en la que el marabú sigue siendo la especie dominante. A estas
tierras vecinas les hacen falta hombres que, como Pedro, no le teman
al trabajo duro, ni se dejen desalentar ante trabas sin sentido.