Un informe del Centro de Monitoreo de Conflictos señala que las
recientes arremetidas de estas aeronaves sobre territorio paquistaní
tienen "un enfoque punitivo", ya que pretenden castigar a Islamabad
por una supuesta colaboración con la red Haqqani. Se trata —en
efecto—, de una guerra aún no declarada, cuyas principales víctimas
han sido civiles.
Steven Zaloga, historiador estadounidense que ha estudiado
durante 36 años las tendencias mundiales en materia de armamentos,
explica que los llamados drones —creados por la CIA—, se manejan a
cientos de kilómetros del campo de batalla y permiten que la fuerza
militar ejerza su poder, minimizando las pérdidas de efectivos.
Estos aviones espías están equipados con sensores electrónicos para
el reconocimiento y misiles de precisión matemática; cual máquinas
de matar.
El también miembro del Teal Group, una renombrada firma
consultora de defensa en Farfaix, Virginia, asegura que en el 2002
el Pentágono gastó alrededor de 550 millones de dólares en la compra
de aviones teledirigidos y que en el año en curso, la cifra roza ya
los 5 000 millones. Además, estima que las ventas globales de estos
equipos llegarán a 94 000 millones de dólares en la próxima década.
No obstante, de los 40 países poseedores de aviones no tripulados
—según Naciones Unidas—, solo Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña
los han utilizado con fines bélicos. El resto los emplean con el
propósito original con que se diseñaron: el reconocimiento aéreo.
De hecho, Israel —principal aliado de la Casa Blanca en Oriente
Medio— es el segundo exportador de esta tecnología a nivel mundial,
con una gama de modelos amplísima: desde micro-drones como el
Mosquito que pesa solo 250 gramos, el Ojo de Ave que dos
soldados podrían transportar en sus espaldas, hasta el Pantera,
acarreado por tanques, capaz de volar hasta 60 kilómetros tras las
líneas enemigas y transmitir imágenes en vivo. Aunque su producto
insignia es el Heron, de cinco toneladas métricas, con
poderosísimos misiles.
El analista norteamericano añade que estas maquinarias son
comparativamente más baratas que otras utilizadas antes por el
Ejército de su país y que el hecho de que disminuya la posibilidad
de bajas en sus filas —tan desgastadas por las sucesivas guerras del
imperio—, los convierte en "los preferidos" de la Casa Blanca.
Se estima que al menos unas 2 300 personas han sido asesinadas en
la cacería de miembros del Talibán a lo largo de la frontera entre
Paquistán y Afganistán. Allí, la agresión aérea es cada vez más
frecuente.
Un informe de la Oficina de Periodismo de Investigación en
Londres, dio a conocer en octubre que de las 300 embestidas con
drones que tuvieron lugar desde junio del 2004 en territorio
paquistaní, 248 ocurrieron durante la administración de Barack Obama.
El actual ocupante del Despacho Oval envía aviones equipados con
misiles una vez cada cuatro días, mientras su antecesor, George W.
Bush, lo hizo una vez cada 47 días.
La fuente señala que la Fuerza Aérea estadounidense tiene una
flota de 230 aeroplanos teledirigidos y, en la actualidad, entrena a
más pilotos para operaciones con estos que para cazas de combate. La
mayoría de los drones en uso son del modelo Predator
(Depredador, en su traducción al español), que se mantienen en el
aire por 36 horas consecutivas y disparan a sus objetivos con
misiles Hellfire (Infierno de fuego), que Obama insiste en
calificar de "muy precisos".
En contraste, Chris Woods, jefe de la oficina de investigaciones
de guerra encubierta del Pentágono, dijo al diario Dawn que en el
2011 los aviones de la CIA atacaron Paquistán en 66 oportunidades.
Más del 20 % de los muertos ocasionados fueron civiles. ¿Qué pasa
entonces con la aludida "precisión" de los controles remotos?
Para Obama, los drones son las "armas milagrosas" que le
permitirán abrirse paso a bombazos hacia "la victoria en la Guerra
contra el Terrorismo". Su uso se ampara en directivas establecidas
por Bush: "los responsables de ataques terroristas pueden ser
perseguidos en todas partes, en todas las formas", lo cual concede
al presidente el derecho —y por ende, la responsabilidad— de
utilizar drones en "obligada autodefensa". La pregunta sería
entonces: ¿qué le han hecho los civiles paquistaníes al Premio Nobel
de la Paz?