Para no tragarse una presa

Discretas mejoras en la infraestructura del sur del Jíbaro y, sobre todo, mayores organización, control y exigencia permiten a la arrocera espirituana ajustarse a las normas de consumo de agua sin mella en los rendimientos productivos

JUAN ANTONIO BORREGO

La filosofía de que año tras año la arrocera espirituana irremediablemente se traga una presa, está pasando de moda en el Complejo Agroindustrial Sur del Jíbaro, principal entidad agropecuaria de Sancti Spíritus y durante décadas un renombrado derrochador del líquido a nivel de país.

Más que de la casualidad, el asunto parece ser hijo de dos razones poderosas: la primera y más pragmática, la poca disponibilidad del líquido; la segunda, que el país ha dispuesto y está haciendo cumplir un balance de agua para cada actividad, decisión que procura poner coto al despilfarro crónico en no pocos frentes de la vida nacional y perfeccionar la planificación, tal y como propugnan los Lineamientos aprobados en el Sexto Congreso del Partido.

Foto: Vicente BritoLa reparación de compuertas y la sustitución de hidromecanismos figuran entre las acciones priorizadas para disminuir el consumo de agua en la arrocera.

La recién concluida campaña de frío, considerada como la mayor de Sur del Jíbaro en la última década e incluso signada por una severa sequía durante los primeros meses del año, sirvió para probar que la entidad podía ajustarse a sus normas de consumo de agua sin menoscabo en los rendimientos productivos del cereal, algo que tiempo atrás parecía una quimera.

Cuando a finales del pasado año Granma abordó la problemática del sobreconsumo de agua en la arrocera espirituana, los especialistas reconocieron que como promedio el CAI perdía por concepto de eficiencia 3 000 ó 4 000 metros cúbicos por hectárea (m3/ha), "una maldición" que, según ellos, era resultado de la concepción gastadora de los sistemas diseñados, la falta de mantenimiento acumulada y también las fallas humanas en las operaciones.

Fotos: Vicente BritoLas acciones de mantenimiento en el Canal Magistral también representan un ahorro significativo de agua

CONSUMO A LA MEDIDA

Sobre las normas de consumo de agua en el cultivo del arroz, desde hace muchos años los responsables establecieron las pautas por las que hoy se debe trabajar: 17 351 m3/ha para la temporada de frío y 16 154 para la de primavera.

A pesar de que Sur del Jíbaro históricamente había promediado más de 21 000 m3/ha, con cifras alarmantes como las del 2002 (28 047 m3/ha), la experiencia de su reciente campaña de frío basta para comprender que sobre el tema todavía no se ha escrito la última palabra.

Para el ingeniero Raúl Hernández, a cargo de la actividad de riego en el complejo espirituano, además de la severa sequía de marzo, abril y mayo, las particularidades de la etapa los obligaron a tomar medidas adicionales y pusieron a prueba las reservas de la empresa en materia de ahorro.

"Tenemos asignados para el año 414 millones de metros cúbicos —dice—, pero según nuestros cálculos, de esa cifra unos 50 millones se pierden por concepto de deterioro de los sistemas (fueron concebidos por proyecto para un 68 % de aprovechamiento y en los últimos tiempos andaban por 55 %), pero además, por razones organizativas tuvimos que desplazar siembras de noviembre y diciembre para inicios de año y en ese movimiento perdimos técnicamente otros 28 millones."

El especialista hace notar otra realidad que obliga a multiplicar el control y la planificación: en virtud del Decreto Ley 259, por primera vez más de 6 000 hectáreas de la arrocera están siendo atendidas por fuerzas del sector cooperativo y campesino, peculiaridad que con frecuencia genera una demanda diferenciada a la cual no estaban acostumbrados.

Aun así, con sequía, pérdidas aún desproporcionadas en los sistemas, desplazamiento de las siembras y diversidad de intereses para el riego, Sur del Jíbaro no superó los 17 351 m3/ha normados para el periodo, en una campaña que aportó casi 55 000 toneladas de arroz húmedo.

ME VOLVÍ CONFERENCISTA

Tras Recursos Hidráulicos poner el agua en los 15 canales primarios con que cuenta Sur del Jíbaro, unos 500 hombres —entre jefes de riego y de lote, anegadores y campesinos— cumplen la engorrosa misión de repartirla terraza por terraza a través de un complicado sistema de distribución.

"Yo me volví conferencista", ilustra Raúl Hernández al hablar de lo que él define como "trabajo de adoctrinamiento" en el uso y manejo del recurso más preciado con que cuenta la entidad para el desarrollo de la producción arrocera.

El aumento del control y el chequeo sistemático por unidades, la capacitación del personal, la adopción de estrategias para evitar el robo de agua y el perfeccionamiento de la dinámica de llenado y fangueo, figuran entre las principales medidas organizativas para reducir el consumo.

No obstante, los directivos de la entidad aclaran que todo no ha sido fruto de la organización: entre el pasado año y el presente se han reparado más de 350 obras de fábrica, se han limpiado 135 kilómetros de canales y se han sustituido 60 hidromecanismos en las compuertas, empeño válido pero muy insuficiente todavía, dada la magnitud de las necesidades acumuladas durante décadas.

A todo lo largo del Canal Magistral la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico viene también trabajando desde el pasado año en la rehabilitación de compuertas, propósito que según su director Benigno Siles, al finalizar el 2011 puede representar el ahorro de unos 16 millones de metros cúbicos de agua por concepto de supresión de salideros, lo que equivale prácticamente a un embalse de pequeñas proporciones.

La arrocera también aspira, más temprano que tarde, a recuperar su infraestructura para la medición del consumo, desaparecida en los años noventa, lo cual la pondría en mejores condiciones para conocer más a fondo su verdadero gasto.

Sometido a las leyes de la escasez y del orden, esta suerte de "dragón" espirituano aprende que es posible despojarse del cartelito de derrochador que hasta los propios arroceros le conceden.

 

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