Tal y como se pronosticó, la cumbre de la Unión Europea (UE)
celebrada este domingo concluyó sin acuerdos definitivos para poner
fin a la crisis de la deuda que amenaza los cimientos de la moneda
común, reportó Prensa Latina.
Al término del encuentro, los líderes de la UE admitieron que
falta mucho trabajo por delante para una solución que estabilice el
sistema financiero y devuelva la tranquilidad a los mercados.
Los miembros del grupo de los 27 se mostraron a favor de estudiar
una reforma limitada de los tratados para mejorar el funcionamiento
de la zona euro y aumentar la disciplina fiscal.
Pero aún no hay soluciones para la deuda griega, que alcanza al
160 por ciento de su Producto Interno Bruto, ni sobre el
fortalecimiento del Fondo Europeo de Estabilización Financiera.
En un encuentro con la prensa después de la cita, la canciller
alemana, Ángela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, se
comprometieron a llegar a un acuerdo en una próxima cumbre
extraordinaria convocada para el miércoles.
Nuestra voluntad es que el miércoles encontremos una solución que
resuelva el problema, dijo Sarkozy.
Sin embargo, Merkel adelantó que el fondo de rescate, cuya
ampliación se está debatiendo, por sí mismo no podrá evitar el
contagio de la crisis de la deuda.
Las turbulencias en la eurozona, iniciadas en Grecia hace dos
años y extendidas luego a Irlanda y Portugal, amenazan también a
Italia y España, tercera y cuarta economía del grupo que utiliza el
euro como moneda común.
En el encuentro de este domingo Merkel y Sarkozy exigieron a
Italia mayores sacrificios para equilibrar su presupuesto y la
aceleración de las reformas económicas para reducir su deuda.
También pidieron al primer ministro Silvio Berlusconi precisar el
calendario de la aplicación de las medidas para asegurar que todo
estará puesto en marcha a tiempo.
Presionado por sus socios europeos, Berlusconi anunció su
decisión de convocar hoy a una reunión extraordinaria del consejo de
ministros para reformar el sistema de pensiones.
El peso de la crisis ha recaído sobre las espaldas de las
mayorías en el viejo continente, donde la privatización, los
recortes sociales y el desempleo están causando un creciente
movimiento de protesta.