|
Producción de bloques de barro
Situación para ponerse a pensar
El patio de una gran industria en la ciudad de
Bayamo acumula más de la mitad de la producción de nueve meses
porque no se vende, a pesar de codiciarse en la construcción de
viviendas
DILBERT REYES RODRÍGUEZ
El
hecho de que en Bayamo la mayoría de sus moradores pretenda lograr
una vivienda lo más sólida posible, obedece a la necesidad que
impone un terreno inestable y poco firme; diametralmente opuesto al
de ciudades vecinas levantadas sobre "pura laja", como Holguín y
Manzanillo.
Justamente por las referidas cualidades del suelo, los bayameses
siempre supieron que el bloque de barro (BL-03) era el ideal para
lograr una casa ligera y poder, luego, levantar un segundo o tercer
piso.
Sin embargo, la enorme fábrica que los produce por miles, solo
tenía como destino las obras sociales y el mecanismo de las
microbrigadas. Sobrevino entonces la ansiada medida de la venta
liberada. Los necesitados habían reservado unos ahorritos para el
momento; pero lamentablemente la cuenta nunca les permitió pagar la
exorbitante tarifa de 22 pesos la unidad grande y 12 la pequeña; en
tanto tampoco han podido contar, hasta hoy, con una política
crediticia para adquirir tales artículos.
Mientras, a casi un año de la disposición sobre los elementos de
construcción, el caso del utilísimo bloque de barro en Bayamo
continúa sin solución, pues si ahora incomoda más pasar por la
fábrica y ver la paradoja de un patio gigantesco abarrotado de un
producto codiciado y sin ventas, también al fabricante le ha tocado
contarse en el bando de los perjudicados.
ABUNDANCIA A UN COSTO ALTO
Si tradicionalmente la abundancia significó buenos tiempos, en el
patio desbordado de la Unidad Empresarial de Base Elementos de
Hormigón y Barro, conocida en Bayamo como Cerámica Roja, el término
es sinónimo de algún detalle mal sopesado, de un eslabón débil en la
cadena, que en definitiva malogró el flujo producción-venta
previsto.
Según cifras precisadas a Granma por Ernesto Mora,
director de la entidad, de un millón 573 mil 300 bloques de barro (BL-03)
elaborados entre enero y septiembre, 826 mil están todavía en dicho
patio, el 53 %.
"La producción restante ha salido porque mantenemos en nuestro
objeto el suministro a obras ejecutadas por fuerzas estatales de la
construcción; pero los números por ventas a la población equivalen a
nada", explicó Mora.
Para tener una mejor idea, antes de la aprobación de la venta
liberada de materiales de construcción, de los dos millones de
unidades fabricadas al año por el establecimiento, alrededor de un
millón 400 mil eran para las microbrigadas, y tras la medida se
pensó que la misma cifra sería asumida por el Ministerio de Comercio
Interior (MINCIN) para ofertar a la población.
Pero al cabo del tiempo, lo cierto es que de los volúmenes
distribuidos en los puntos de venta liberada, muy poco o nada se ha
vendido al amparo de los nuevos precios.
De acuerdo con cifras ofrecidas por Teresa Reyes, subdirectora de
Comercio en Granma, de los primeros mil bloques distribuidos a los
puntos, absolutamente nada se ha vendido en nueve meses, y por
consiguiente no se redistribuyó.
"Según la opinión de la población, el único motivo es el elevado
precio, pues todos argumentan que con el mismo dinero para adquirir
uno grande, mejor compran cuatro unidades de hormigón a cinco pesos,
y aún le sobran dos; incluso a sabiendas de la conveniencia del
barro en la ejecución de un segundo o tercer piso", apuntó Teresa.
Digamos que no es solo una razón de barricada, esgrimida
únicamente por necesitados a quienes les conviene una solución a
como dé lugar; sino también porque a merced del tiempo, la espera se
va convirtiendo en pérdidas económicas para el mismo productor.
En tal sentido, la mejor evidencia está en un proceso fabril que
en su etapa final incluye un horno que eleva la temperatura a 980
grados centígrados en la "cocción" del bloque, y para ello necesita
consumir 3 500 litros de combustible diariamente y de modo
ininterrumpido; o sea, no se apaga nunca, excepto por roturas.
Ernesto Mora precisó que tener el patio lleno obliga a frenar el
proceso productivo, "y si a ritmo normal el horno expulsa unas 12
vagonetas con 20 mil bloques diarios, la falta de espacio nos obliga
a sacar solo dos o tres vagonetas, y entonces debemos poner a
recircular en el horno el resto ya elaborado." Es algo así como
mantenerlo ocupado porque está encendido, consumiendo combustible,
pero sin revertir el gasto en nuevas producciones.
¿SOSTENIBLE Y ASEQUIBLE?
En el afán de cumplir el plan comprometido de dos millones de
bloques, Granma comprobó que la fábrica busca espacio hasta
donde no es prudente hacerlo, como parqueos, descansos o vías
interiores; cuya ocupación reduce el área operativa, altera la
rutina productiva y eleva costos en trasladar las terminaciones,
incluso hasta a 500 metros del horno.
¿No será posible una salida ágil para esta situación, convertida
en un freno real a la prisa que exige la actualidad económica
cubana, en el caso de temas tan sensibles como la producción de
alimentos o la propia construcción de viviendas?
Bien conocimos que los gastos de esta industria comienzan en las
canteras (una en Bartolomé Masó, a 44 kilómetros, y otra a siete en
Bayamo), y luego pasan por el envejecimiento de tres meses, el
traslado a la fábrica, la dosificación (un 60 % de la cantera más
lejana, por ser el mejor barro), el molido, la conformación, el
secado, el horneado final y el acomodamiento en el patio del bloque
terminado.
Todo eso se traduce en recursos, operarios, tiempo, consumo
energético y otras acciones que engrosan, sin dudas, la ficha de
costo.
En este sentido, Granma fue al detalle con Ramón
Hernández, vicepresidente del Gobierno que atiende la Construcción
en la provincia, quien argumentó que en el mes de septiembre se
entregó a las instancias nacionales el informe de una nueva
evaluación del costo de producción.
"Por indicación superior, ahora fuimos todavía más exactos en la
pesquisa, revisamos nuevos elementos, incluido las posibilidades que
ofrecen las mejoras en algunos indicadores de eficiencia de la
industria. Enviamos la información a la comisión nacional encargada
de determinar el precio, y aún esperamos por la respuesta oficial",
aseveró Hernández.
"Lo cierto es que la población acude siempre a la comparación con
el bloque de hormigón, y compra este por la lógica de escoger entre
dos precios muy diferentes", aseguró.
La intención, por supuesto, jamás será sugerir disposiciones que
nieguen un principio económico en el discernimiento de un precio;
pero hasta los razonamientos de la economía son más complejos en
tanto mejor se acerquen a la satisfacción de una necesidad.
Eso sí, sin violentar nunca la lógica elemental, como la que mal
ilustra el ejemplo bayamés de una fábrica de bloques destinada a
impulsar el programa de la vivienda, pero sometida a cierto
mecanismo comercial que contradice el fin de la industria, y en vez
de catapultarlo, lo frena. |