Por tercera ocasión consecutiva Cuba pierde el choque decisivo de
una Copa del Mundo y por segunda cae dos veces en el mismo torneo
ante un equipo: Estados Unidos dos años atrás y ahora frente a
Holanda.
De todos estos reveses, el de la interminable noche de sábado fue
el más peleado de todos, decidido por la mínima y conectando cuatro
indiscutibles en los dos últimos capítulos.
Alfonso Urquiola reconoció la valía de los holandeses una vez
terminado el disputado choque: "Nos superaron ambas veces jugando un
mejor béisbol, batearon con más oportunidad y sus lanzadores
trabajaron con un gran control. Solo le conectamos 10 jits en 58
veces al bate —menos de 200 de average— con dos carreras en 16
entradas y ni un solo jonrón".
El mentor me hace una comparación con el Mundial que él ganó 13
años atrás: "No se parece en nada a este, aquel era un béisbol sin
profesionales, donde primaba la ofensiva con el aluminio. Aquí hemos
visto peloteros de mucho oficio en todos los seleccionados sin
excepción. Tenemos que prepararnos mucho mejor si deseamos no seguir
siendo los segundos".
El choque fue un enfrentamiento entre ataque por un lado y
pitcheo y defensa por el otro. La selección cubana lideró
prácticamente todos los departamentos ofensivos (347 de average, 546
de slugging y 124 jits por solo citar tres de los apartados más
importantes). Holanda comandó ampliamente el pitcheo, 1.65, y fue la
mejor a la hora de fildear con un impresionante 990, solo cuatro
errores cometidos durante toda la Copa.
Nuestra selección, a mi juicio, perdió el pleito en el séptimo
episodio, cuando el error del jardinero izquierdo Kemp colocó a
Alfredo Despaigne en segunda, a donde llegó por correr siempre duro
a pesar de ser un fácil fly. Pero los tres bateadores
siguientes —quinto, sexto y séptimo—, no pudieron ni siquiera
adelantarlo una almohadilla.
Y los de la tierra de los tulipanes lo ganaron en un lance que no
pareció tan importante a primera vista. Después del doblete de Rudy
Reyes ("Hice el swing de mi vida, pero le di a la bola con la
punta del bate", me dijo durante la ceremonia de premiación), el
roletazo de Rusney Castillo fue detenido en su camino al jardín
izquierdo por el torpedero Gregorius y Rudy no pudo correrse a la
antesala, desde donde hubiera podido pisar el home con la línea de
Alexei Bell hacia el bosque izquierdo.
No es un deshonor caer en un juego como este decisivo de la Copa,
que muchos se empeñan en afirmar que fue la última. Estados Unidos,
doble campeón mundial, se quedó sin medallas; República Dominicana,
titular del premundial de Puerto Rico, ni siquiera clasificó, pero
no podemos conformarnos con ser segundos eternamente. Hay que
superar muchas lagunas.
Este fue el Mundial de Rusney Castillo, líder de los bateadores,
y una verdadera revelación; de José Dariel, tercero en average; de
Arruebarruena, impresionando a todos con su impecable defensa,
figuras de nueva promoción.