Plaza Mayor General Antonio Maceo

Monumento a las tradiciones combativas de Cuba

Eduardo Palomares Calderón

Vital e imprescindible resulta para los santiagueros la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo, que cumple este 14 de octubre sus primeros 20 años, y desborda los sueños de los creadores que hicieron con bronce, acero y piedra este complejo monumentario.

foto: Yander ZamoraEn sus 20 años la plaza se ha enriquecido con marchas de reafirmación revolucionaria, significativas conmemoraciones, el reclamo por la liberación de los Cinco Héroes y otros eventos. 

Por la magnitud, la forma y el simbolismo de los elementos que lo integran, sobresalen la figura ecuestre del Titán de Bronce, 23 majestuosos machetes de acero y el salón protocolar de los vitrales.

"Maceo es la fuerza del fuego", dijo Alberto Lescay ante el monumento de 16 metros de altura asentado en una base de seis metros oculta por una colina representativa de la Sierra Maestra.

"Los machetes, creados por Guaríonex Ferrer —explicó el director del equipo creador—, representan la viril Protesta de Baraguá y toda la lucha independentista. Están hechos de un acero especial".

A la ejecución de la obra se integró el maestro fundidor agramontino Ramón de la Paz, y ante la imposibilidad de conformar en la provincia los machetes (de 38 metros de altura el mayor), el combinado tunero Paco Cabrera asumió la tarea.

Sus 153 000 metros cuadrados, además del salón de protocolo con su monumental vitral, reservan la llama eterna y el entorno sellado de palmera, donde el arquitecto-proyectista José Antonio Choy, y el ingeniero principal Esteban Ferrer, dieron un toque imprescindible a su funcionalidad artística y estética.

Durante estas dos décadas, la plaza también ha sido escenario de combativas marchas y conmemoraciones del pueblo santiaguero.

Por todas estas razones, recibirá la placa acreditativa a la condición de Monumento Nacional, y la conversión de su acceso vial soterrado en una de las mayores galerías de arte del país, complementará la revitalización que permanentemente emana de su majestuosidad.

 

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