Por la magnitud, la forma y el simbolismo de los elementos que lo
integran, sobresalen la figura ecuestre del Titán de Bronce, 23
majestuosos machetes de acero y el salón protocolar de los vitrales.
"Maceo es la fuerza del fuego", dijo Alberto Lescay ante el
monumento de 16 metros de altura asentado en una base de seis metros
oculta por una colina representativa de la Sierra Maestra.
"Los machetes, creados por Guaríonex Ferrer —explicó el director
del equipo creador—, representan la viril Protesta de Baraguá y toda
la lucha independentista. Están hechos de un acero especial".
A la ejecución de la obra se integró el maestro fundidor
agramontino Ramón de la Paz, y ante la imposibilidad de conformar en
la provincia los machetes (de 38 metros de altura el mayor), el
combinado tunero Paco Cabrera asumió la tarea.
Sus 153 000 metros cuadrados, además del salón de protocolo con
su monumental vitral, reservan la llama eterna y el entorno sellado
de palmera, donde el arquitecto-proyectista José Antonio Choy, y el
ingeniero principal Esteban Ferrer, dieron un toque imprescindible a
su funcionalidad artística y estética.
Durante estas dos décadas, la plaza también ha sido escenario de
combativas marchas y conmemoraciones del pueblo santiaguero.
Por todas estas razones, recibirá la placa acreditativa a la
condición de Monumento Nacional, y la conversión de su acceso vial
soterrado en una de las mayores galerías de arte del país,
complementará la revitalización que permanentemente emana de su
majestuosidad.