El
movimiento llamado Ocupa Wall Street ha logrado ubicarse en la parte
central del debate nacional, apenas tres semanas después de aparecer
en escena y con ello empezar a transformar el panorama político del
país.
En los últimos días, la cúpula se ha visto obligada a comentar
acerca del fenómeno que empieza a cercarla. Pienso que expresan la
frustración que siente el pueblo estadunidense, respondió el
presidente Barack Obama al ser interrogado sobre Ocupa Wall Street.
Culpan, con cierta justificación, al sector financiero por llevarnos
a este desorden y están insatisfechos con la respuesta política aquí
en Washington. En cierta medida, no los puedo culpar, comentó Ben
Bernanke, presidente de la Reserva Federal. La líder de la minoría
demócrata en la Cámara de Represenantes, Nancy Pelosi, dijo que
Ocupa Wall Street es un movimiento joven, espontáneo, enfocado y
será efectivo, y otros legisladores demócratas también han expresado
desde su simpatía o comprensión hasta su apoyo explícito a las
protestas.
Jeffrey Sachs, el famoso economista, antes promotor de políticas
de austeridad y ahora reformista, apareció en el plantón de Wall
Street para felicitar y expresar su acuerdo con algunos de los
planteamientos de los manifestantes. Los economistas Premio Nobel
Paul Krugman y Joseph Stiglitz ya han respaldado las protestas.
Para conservadores y defensores de los ricos, las protestas son
alarmantes. Eric Cantor, líder de la mayoría republicana en la
Cámara de Representantes, advirtió: "yo¼
estoy cada vez más preocupado por la creciente chusma que ocupa Wall
Street y otras ciudades del país". El precandidato presidencial
republicano Mitt Romney advirtió de que esto es peligroso, es guerra
de clases, mientras Herman Cain, otro precandidato republicano,
afirmó: "no culpen a Wall Street, no culpen a los grandes bancos; si
no tienes empleo y no eres rico, cúlpate a ti mismo". El influyente
representante federal Peter King acusó a los manifestantes de
anarquistas y no tener otro propósito que ser anti-estadounidenses y
anticapitalistas, pero advirtió: "debemos tener cuidado en no
permitir que esto adquiera legitimidad¼
no podemos permitir que eso ocurra".
Pero, como dirían aquí: too late; ya ocurrió.
El New York Times, en su editorial principal de este domingo, dio
la razón a los manifestantes: están exactamente en lo cierto cuando
dicen que el sector financiero, con reguladores y funcionarios
electos coludidos, infló una burbuja de crédito, con la que también
se lucró, y que al estallar costó a millones de estadounidenses sus
empleos, ingresos, ahorros y equidad. Ante críticas de que Ocupa
Wall Street no ha formulado un mensaje claro, el Times opinó: en
este momento, la protesta es el mensaje: la desigualdad de ingreso
está triturando a la clase media, incrementando las filas de los
pobres y amenazando con crear una subclase permanente de gente con
voluntad, pero desempleada. En un nivel, los manifestantes, muchos
de ellos jóvenes, están dando voz a una generación de oportunidad
perdida. El Times concluye que, porque los políticos no han abordado
ni resuelto los problemas de desigualdad, estas expresiones públicas
de protesta son un fin legítimo e importante en sí mismas. También
es la primera línea de defensa contra un retorno a las formas de
Wall Street que hundieron al país en una crisis económica de la cual
aún no logra salir.
Esta ola de protestas, en 21 días, ha obligado a los medios a
cubrir cada vez más este fenómeno. Un análisis del New York Times
revela que el 17 de septiembre, al iniciarse la acción, solo hubo 10
reportes en los medios tradicionales (televisión y medios impresos).
Cuando la policía realizó una primera represión, una semana después,
este número se elevó a 96 reportes, y siete días más tarde se
incrementó a 115 notas/reportes en la segunda represión en el puente
de Brooklyn, con el arresto de 700 manifestantes. El 2 de octubre
llegó a 258; al día siguiente a 391, y a 482 el 6 de octubre, al
registrar la marcha masiva de apoyo en Nueva York. El promedio a lo
largo de las tres semanas de la existencia de Ocupa Wall Street a
nivel nacional es de 144 reportes diarios en los medios
tradicionales de noticias.
Pero si bien Ocupa Wall Street ha provocado un debate entre las
cúpulas, lo más notable es el diálogo que ha generado en las calles.
En la Plaza Libertad de Nueva York hay foros casi a diario en los
cuales se presentan figuras como Michael Moore, Naomi Klein, Slavoj
Zizek y el extraordinario ambientalista Bill McKibben, quien
recientemente impulsó una de las acciones de desobediencia civil más
grandes de los tiempos modernos contra un proyecto de oleoducto
transcontinental (de Canadá a Texas). También se llevan a cabo foros
con la Alianza de Taxistas de Nueva York, representantes del
Movimiento de Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas, y con la
Red de Justicia para Prisioneros.
A la vez, llegan representantes de movimientos de otros países:
un par de griegos, unos españoles del 15-M; Mohammed, un egipcio que
afirmó que este movimiento ahora abarca desde la primavera árabe a
la caída de Wall Street. Agregó: "muchas cosas nos mantienen
separados: fronteras, inseguridades internas, ejércitos, policías y
empresas. Ellos tienen sus leyes, pero nosotros tenemos nuestra
revolución. Somos el 99 %".
Estos diálogos se realizan y repiten en las decenas, tal vez
cientos de espacios públicos que se van ocupando casi a diario a lo
largo del país. Pero también se llevan a cabo en el universo
cibernético. Según algunos informes, más de 200 cuentas de Facebook
y Twitter se han creado en ciudades de todo el país para abordar
tanto los temas nacionales como los locales relacionados con las
protestas, así como para coordinar acciones y mítines.
Aún está por verse si esta expresión disidente se limita a ser
una ola de protestas o logra volverse un movimiento. Pero por ahora
desde Wall Street, el sitio más antidemocrático del planeta, ha
logrado hacer soplar una brisa democrática por este país. Empieza a
brotar lo que siempre hay abajo: cooperación, colectividad,
compartir alimentos e ideas, reconocer que nadie por sí solo puede
existir. Renace aquí tal vez el elemento más precioso en el mundo:
la solidaridad.
Si eso logra florecer, será un triunfo mucho mayor que solo ser
reconocido por la cúpula. Por ahora, están muy ocupadas las líneas
de un nuevo diálogo en las calles, casas y plazas en este país.
(Tomado del diario mexicano La Jornada)