A
seis meses de las elecciones presidenciales, su candidatura está en
duda. Varios de los hombres del clan presidencial están procesados o
en vías de estarlo. El fiscal de la República, Philippe Courroye,
encarna un caso emblemático: está implicado en un espionaje a
periodistas. Jueces, ministros y policías están en la mira judicial.
La lista de los hombres del clan presidencial que están en manos
de la Justicia ha construido un cerco en torno del presidente
francés y empañado la recta final de su mandato. Los semanarios de
esta semana reflejan el clima de abismo que envuelve a la
presidencia cuando faltan seis meses para las elecciones
presidenciales del 2012 donde, hasta hace apenas un mes, Sarkozy
parecía seguro de participar. Ahora, los analistas y los
editorialistas empiezan a hurgar en los sondeos para ver quién
podría ocupar su lugar en caso de que la cuesta abajo continúe tan
crítica. Los cuatro grandes semanarios, Le Nouvel Observateur,
L’Express, Le Point y Marianne, repiten los mismos títulos: "La
caída del Clan", "Fin de Reino", "El Estorbo". Un programa satírico
difundido por Canal+ lanzó un concurso bajo la consigna "¿Qué amigo
de Sarkozy se salvará de ir a la cárcel?". A los escándalos que
persiguen a su guardia más cercana se les pegan los arreglos de
cuentas en el seno de la derecha, consecutivos a la pérdida de la
mayoría en el Senado, ganada por la izquierda socialista hace unos
diez días.
El caso más emblemático de lo que fue la presidencia de Nicolas
Sarkozy lo encarna hasta la insensatez el fiscal de la República
Philippe Courroye. Este alto responsable del sistema judicial, muy
cercano a Nicolas Sarkozy, está por ser procesado debido a su
manifiesta implicación en el espionaje de los periodistas del diario
Le Monde que investigaban el escándalo L'Oréal y los sombríos
vericuetos que ligan a la heredera del imperio de cosméticos,
Liliane Bettencourt, con evasión fiscal, el financiamiento oculto de
la campaña presidencial del 2007 y una media docena de delitos
suplementarios. Que un fiscal de la República oriundo de una de las
grandes democracias occidentales ocupe el banquillo de los acusados
por espiar a periodistas en un caso que compromete a responsables
políticos del gabinete de Sarkozy, en lo concreto al ex ministro de
Trabajo Eric Woerth, revela de manera explícita las aguas turbias
del poder. Entre otras delicadezas, la jueza Sylvia Zimmermann acusa
al fiscal de "colecta de datos con carácter personal por un medio
fraudulento, desleal e ilícito". En plena tormenta del escándalo
L’Oréal y con las constantes revelaciones de la prensa sobre la
proximidad del ministro de Trabajo con Liliane Bettencourt, el
fiscal ordenó que se le suministre detalles de los llamados
telefónicos de dos periodistas de Le Monde que habían escrito densos
artículos sobre la bomba L’Oréal.
La famosa "República Irreprochable" que Nicolas Sarkozy prometió
en el 2007 se la llevó la tormenta de los escándalos. La moral
política se reduce a un cuento para niños del siglo XIX. Jueces,
ministros, policías de alto rango, responsables de los servicios
secretos, ninguna cabeza con poder escapa a las sospechas o las
citas judiciales. La segunda caja de Pandora que acecha el edificio
presidencial es lo que se conoce en Francia como "el caso Karachi".
Se trata de una compleja y sangrienta trama de financiación ilegal
de la campaña electoral de 1995 a través del pago de comisiones
ocultas por la venta de material militar a Paquistán. En 1994, el
primer ministro, el conservador Edouard Balladur, en cuyo gabinete
Sarkozy era ministro de Presupuesto, vendió a Paquistán tres
submarinos por 860 millones de euros. Esa venta dio lugar al pago de
comisiones —a los intermediarios— y parte de estas volvieron a
Francia para alimentar la campaña electoral de Balladur, que en ese
entonces se oponía a quien saldría electo presidente, Jacques Chirac.
Una vez en el cargo y con la sospecha de que un porcentaje de las
comisiones servía para alimentar las redes de Balladur, Chirac se
negó a que se continuara pagando. En el 2002, un coche bomba mató en
Karachi a 14 personas, entre ellas a 11 ingenieros franceses de la
DCN (Dirección de Construcciones Navales) que trabajaban en la
construcción de los submarinos. Las investigaciones concluyeron en
dos pistas: Al Qaeda o una venganza por el no pago de las
comisiones. En el 2010, una comisión parlamentaria aceptó la tesis
de la represalia y luego, con la intervención de las familias de los
ingenieros, la Justicia se puso de nuevo en marcha. Lo que salió de
allí es negro.
Tres allegados de Sarkozy están bajo investigación: un amigo y
consejero, Nicolas Bazire; su ex asesor, Thierry Gaubert, y una de
las personas más cercanas al presidente, el exministro de Interior
Brice Hortefeux, acusado de violación del secreto del sumario. A
este íntimo del círculo presidencial se le descubrió una llamada
telefónica en la cual advertía a Thierry Gaubert que su exesposa, la
princesa Helena de Yugoslavia, estaba "hablando demasiado". Ni qué
decirlo. La princesa había contado a la policía que su esposo
viajaba desde Ginebra a París con valijas llenas de plata. Ese
dinero, se supone, estaba destinado a financiar la campaña
presidencial de Edouard Balladur, cuyo jefe no era otro que Nicolas
Sarkozy.
Según narran sus allegados, Sarkozy se mantiene sereno. Nadie
sabe si será capaz de desafiar los pronósticos de las encuestas de
opinión o si terminará cediendo a la escatología de los astros.
(Tomado del diario argentino Página 12)