Pongamos que usted deseara construir un país nuevo, pero que
ignorara todo acerca de las instituciones civiles, la burocracia o
la historia. Lo que debería preocuparle sería tan solo crear un
entorno que fuera bueno para los negocios, en donde el rigor
presupuestario y los acuerdos comerciales fueran la ley de esta
tierra.
Así que usted se gasta un montón de dinero en bombo publicitario
de su Estado Idílico dirigido a políticos y al público en general,
publicidad que proclama que su nueva creación será la vía rápida
para la paz y la prosperidad. Para sorpresa de todos, tanto llegan a
amar la idea que pasan por alto el fallo estructural que está en el
corazón de este diseño, es a saber, que la confederación libre de
estados carece de un gobierno central. La única cosa que mantiene a
los países unidos es una moneda compartida además de restricciones
presupuestarias. Eso es. Pero los pejes gordos de las empresas y los
magnates de la banca se encogen de hombros y no hacen caso del
problema porque, bien, los gobiernos en realidad no hacen nada de
todos modos, ¿no es cierto? Solamente entorpecen los grandes
negocios.
Esa es la razón por la cual usted ideó un modelo totalmente
diferente, un modelo que puso al Banco Central en el centro del
universo, rodeado de un reguero de eurócratas (ministros de
finanzas) que realizan sus dictados y cantan sus alabanzas.
Entonces, un día, un fuego surge en el perímetro y usted empieza
a asustarse. Usted corre en círculos agitando las manos y rogando
ayuda. Pero los otros líderes retroceden ante sus demandas porque
están atados a sus distritos electorales y corren el riesgo de
perder las elecciones si acceden a apagar el fuego que no empezaron.
Después de todo, fueron estos "griegos haraganes" los que empezaron
el incendio. ¡Que paguen por ello!
Así que ahora tenemos un serio problema. Eurotopia está siendo
reducida a escombros y nadie puede ponerse de acuerdo en alguna
solución. En todo momento usted sigue planteándose que "si pudiera
conseguir que los ministros de finanzas apoyaran un fondo de
emergencia mayor para que yo pudiera vaciarlo todo, apagaría el
fuego pronto y volvería a ganar dinero". Nunca se le pasa por el
magín que su Estado-Frankenstein corporativo no dispone de
precedentes históricos y está construido sobre una base de simple
arena. Usted nunca piensa "quizás necesitamos un ejecutivo, un
congresista, un juez, un mercado de bonos y funcionarios públicos
para ejecutar nuestros planes".
¡Qué va! No puede ser, porque el gobierno es malo. Los bancos son
buenos, los gobiernos son malos, ¿no?
Y cuando usted saborea este bocado de sabiduría, su
Eldoradoeurolandia se reduce a cenizas.
Los 17 miembros de la eurozona están inmersos en una espiral
irreversible. Los bancos acumulan capital, la financiación del dólar
se hace más apretada, los CDS campan cada vez más por las suyas, el
programa de préstamo de emergencia del Banco Central europeo se
dispara, y los medidores de stress del mercado hacen saltar todas
las alarmas. Se trata de todos los síntomas de un gran cataclismo
crediticio.
Ahora estos problemas se podrían solucionar si hubiera un
gobierno trabajando para extinguir el incendio. Pero no está. En su
lugar hay un banco, una camarilla de ministros de finanzas y unos
tratados sin valor alguno. Y esta es la razón por la cual la
eurozona está condenada al fracaso.
Y la moraleja es¼ que el gobierno
importa. (Tomado de COUNTERPUNCH)