WASHINGTON,
2 octubre.— Unas mil personas rindieron tributo en el suroriental
estado de Georgia durante el funeral del afrodescendiente Troy Davis,
ejecutado el 21 de septiembre pasado en Estados Unidos, tras un
proceso que generó dudas sobre su culpabilidad.
Familiares y simpatizantes que intentaron durante años convencer
a los jueces y funcionarios de la prisión de Georgia de que Davis
era inocente no pudieron evitar su muerte, recordó hoy el diario USA
Today en su edición digital.
Los participantes acudieron este fin de semana a la Iglesia
Bautista de Jonesville, cerca de la ciudad de Savannah,Georgia, para
dar el último adiós a Davis, un negro de 42 años, a quien aplicaron
la inyección letal por el supuesto asesinato del policía blanco Mark
MacPhail en 1989.
La mayoría de los presentes vestían camisetas azules que tenían
esta frase grabada: "I am Troy Davis" (Yo soy Troy Davis).
El juicio dejó mucha incertidumbre sobre su culpabilidad o
inocencia, según su defensa y algunas organizaciones humanitarias
contrarias a la pena capital.